La puerta del almacén se abrió con un golpe repentino, y en medio de la brusquedad se perfiló la figura de Ame, irradiando una energía que parecía desafiar a todos en la habitación.
"¿De veras?" dijo con desdén, señalando la botella en el centro del círculo. "Cuando mencionaron algo 'divertido' con los chicos de voleibol, no me imaginé esto", su tono era una mezcla de diversión y exasperación.
"Vamos, Ame, no seas tan amargada", intervino su amiga, con una sonrisa pícara. Ame se dejó caer en su asiento frente a un castaño "Juguemos. Uno por turno. Besa a quien señale la botella", explicó la pelinegra con una chispa en los ojos.
Ame asintió, pero un comentario sarcástico resonó en la habitación. "Pobrecito al que le toque besarte", soltó Oikawa, su enemistad con Ame ya era legendaria desde hacía meses.
Ame lo fulminó con la mirada. "Cierra la boca, Oikawa. Eres un idiota". Estuvo a punto de levantarse, pero sus amigas la retuvieron en su sitio, disfrutando claramente de la tensión en el aire.
"Oikawa, ¿no estás muriendo por besar a Ame?" bromeó uno de los amigos, mientras las risas inundaban el lugar.
"Ni loco" se defendió Oikawa, con una mezcla de molestia y diversión.
"Bien, continuemos", decidió la amiga de la chica con una sonrisa traviesa.
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"Es el turno de Ame", anunció uno de los chicos con emoción.
Ame agarró la botella con desconfianza y la giró despacio. Todos los ojos estaban puestos en ella, esperando el destino del giro. Se detuvo, y todos pensaron que señalaría a Oikawa, pero la boca de la botella apuntaba hacia su némesis de confianza, Iwaizumi.
Ambos chicos se miraron, sorprendidos por el giro inesperado del juego. "Bésense rápido", instó la amiga de Ame, pero Oikawa no pudo evitar interrumpir.
"Ni hablar", exclamó Oikawa con una mezcla de incredulidad y fingida indignación. "Iwaizumi no puede besar a Ame".
"¿Y eso por qué?" preguntó Ame, con una ceja alzada.
"Porque..." Oikawa buscó una excusa, "tiene novia", agregó rápidamente, mirando a Iwaizumi para que le siguiera el juego.
"Es cierto", confirmó Iwaizumi, con una expresión desconcertada pero cooperativa.
"Gira la botella de nuevo", sugirió Oikawa, con una sonrisa burlona.
Ame soltó un suspiro exasperado antes de hacerlo, y esta vez la botella apuntó directamente a Oikawa.
"No", declaró Ame con determinación. "No voy a besar al imbécil", desafió, sin ceder ni un poco.
"Como si yo quisiera besarte", se burló Oikawa, desafiante y con una sonrisa que ocultaba algo más.
"Las reglas son las reglas", recordó la amiga de Ame con una mirada traviesa y un brillo malicioso en los ojos.
Ambos se miraron fijamente, la tensión entre ellos palpable en el aire. Los demás en la habitación alentaban el juego, y Ame y Oikawa se levantaron, quedando en el centro del círculo, en una especie de duelo cargado de emociones encontradas.
"No te hagas ilusiones, Oikawa", advirtió Ame, con una sonrisa ladina que desafiaba su propia determinación.
"No tengo ni la más mínima intención", aseguró Oikawa, con una chispa traviesa en los ojos que contradecía sus palabras.
Con un movimiento fluido, Oikawa rodeó la cintura de Ame y la atrajo hacia sí. Ame estaba a punto de hacer un comentario mordaz, pero antes de que pudiera decir nada, los labios de Oikawa se posaron sobre los suyos, sellando cualquier réplica. El beso fue fugaz pero suficiente para dejarlos a ambos sin aliento y con un rubor encendido en sus mejillas.
Al regresar a sus lugares, la tensión entre ellos era palpable. No podían apartar la mirada, una extraña mezcla de desafío y atracción bailaba entre ellos, alimentando una chispa que ni ellos mismos podían negar. A pesar de todas las peleas y los roces diarios, algo más profundo estaba comenzando a florecer entre estos dos enemigos declarados.