El parque cerca de la escuela era un lugar tranquilo donde los hermanos Tsukishima se encontraban caminando. Mientras paseaban, notaron a un grupo de niños que estaban molestando a uno de sus compañeros.
"Kei, tenemos que ayudar", insistió la hermana mayor, Ame.
"No es nuestro asunto, Ame."
"Si no lo haces, le diré a mamá que fuiste tú quien se robó el almuerzo de Akiteru."
"Está bien, yo los distraeré, y tú ayudas al chico."
Así, como lo prometió, el hermano rubio se encargó de distraer a los matones, alejándolos de la situación, mientras la hermana menor fue a ayudar al niño pecoso.
"¿Estás bien?", la chica le tendió la mano al chico, con una sonrisa amable. "Soy Tsukishima Ame."
El chico parecía sorprendido y asustado por lo que había sucedido.
"Soy Yamaguchi Tadashi", él respondió, estrechando la mano de la rubia. "Gracias, no debiste acercarte, podrían volver y tal vez te molesten a ti."
"No dejaré que le dirijan ni una palabra", un rubio de lentes, parecido a la chica, se unió a ellos. "Soy Tsukishima Kei, el mellizo de esta bruja."
Desde ese día, los dos rubios prácticamente adoptaron al chico pecoso como amigo.
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Con el tiempo, la chica empezó a desarrollar sentimientos por el peliverde, lo cual comenzó cuando, después de unas largas vacaciones, él finalmente la había superado en altura. Fue una agradable sorpresa para ella, ya que siempre le presumía que era más alta que él.
Por otro lado, el peliverde se había enamorado por completo de la rubia desde que la conoció, pero le faltaba el valor para confesarlo.
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Un día transcurría con normalidad para todos, excepto para el chico pecoso, Yamaguchi.
La rubia se encontraba cada vez más cerca del setter de primer año, Kageyama Tobio. Pasaban todo su tiempo juntos desde hacía una semana, y ella parecía haberse alejado del peliverde. Esto puso al chico de mal humor, y todos lo notaron.
"Yamaguchi, ¿te sientes bien?", un peligris le preguntó con preocupación.
"Sí, estoy bien", respondió Yamaguchi, tratando de ocultar su incomodidad.
El peliverde estaba practicando su saque, pero en ese momento, vio entrar al setter junto a la chica. No pudo evitar tensarse, y su amigo notó su reacción.
"¿Por qué te comportas así?", su amigo se preocupó. "Yamaguchi, ¿desde cuándo me ignoras?"
El rubio sabía que su amigo estaba actuando de manera extraña y esperaba que sus sospechas estuvieran equivocadas.
"No te había oído."
En ese momento, la rubia se acercó para saludar, pero el peliverde la ignoró por completo y salió del gimnasio, yendo hacia su salón de clases.
"¿Qué le pasa?", la chica parecía triste.
"Está actuando de manera extraña desde hace días. Nadie sabe lo que está pasando, ni siquiera me lo ha dicho. Quizás deberías hablar con él."
La chica entendió que la mejor idea era hablar con el chico, así que no dudó en buscarlo. Lo alcanzó justo cuando estaba entrando al edificio de la preparatoria.
"Pecas, espera ahí", le gritó la chica a mitad de la entrada.
El chico se sorprendió al escuchar la voz de la chica, pero siguió caminando.
"No seas terco, espérame. Recuerda que no soy Kei y no corro rápido."
La chica alcanzó al peliverde, agarrándolo del brazo con firmeza.
"Ame, ahora no puedo hablar, tengo que ir al salón", el chico trató de liberarse.
"Ame, por favor."
"Tú y yo tenemos que hablar."
Finalmente, el peliverde se rindió y la siguió hacia un lugar más apartado del gimnasio.
"¿Desde cuándo, Yamaguchi Tadashi, me ignora y no me mira?", la chica estaba molesta pero también triste. "¿Estás enojado conmigo?"
El chico se encontraba frente a frente con la chica, sin saber qué decir.
"Sí, estoy molesto contigo", fue una sorpresa para la chica escuchar eso. No entendía qué había hecho mal. "Me ignoraste durante una semana por Kageyama y regresaste como si nada. ¿Cómo crees que me siento?", hizo una pausa. "Creo que realmente no te importo."
"No es lo que parece. Estaba ayudándolo con algo que no puedo decirte", la rubia miraba al suelo, sintiéndose avergonzada por la situación. "Y, para tu información, te importo mucho, así que no digas tonterías. Además, ¿por qué te molesta que hable con Tobio?"
El chico analizó la situación y se dio cuenta de que sus celos eran evidentes y vergonzosos.
"¿Estás celoso?", la chica lo miraba con atención.
"Creo que sí", admitió el chico, mirando en otra dirección para ocultar su sonrojo.
La chica trató de entender por qué el chico estaba actuando de esa manera.
"Bueno, creo que me gustas."
La chica se sorprendió, siempre había pensado que ella sería la primera en confesar sus sentimientos al pecoso.
"¿Me gustas?", la chica levantó el mentón del chico, quien no tenía el valor de mirarla. "Tadashi, mírame, por favor."
Cuando finalmente lo hizo, la chica pudo notar que el chico estaba sonrojado y sus pecas resaltaban más de lo normal.
"También me gustas, Yamaguchi."
El chico la miró con sorpresa, y la chica, con una sonrisa, se acercó más. El chico estaba inmóvil, y en anticipación de lo que iba a suceder, se puso aún más sonrojado, lo cual la chica notó de inmediato.
"No te beso si te pones así", bromeó la chica. El chico se cubrió la cara rápidamente