No pidas que me aleje de ti", dijo el castaño, mostrando signos de creciente inquietud. "Antes podías pedirlo y lo haría, no te lo negaré, pero ahora no.""No hagas las cosas más complicadas, por favor, Rin."
"Pero, Ame, yo te amo."
"Esto no es correcto, por favor, entiéndelo."
La hermana menor de los hermanos Miyas se había involucrado sentimentalmente con uno de sus mejores amigos, y las cosas ya se habían salido de control.
Hace ya 4 meses, los castaños se habían encantado el uno al otro, pero claro, lo mantenían en secreto de los Miyas mayores. ¿Cómo reaccionarían al saber que su hermana menor estaba en una relación con su amigo?
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Habían pasado 2 semanas desde esa conversación de "ruptura", y el castaño se encontraba de mal humor, y el equipo lo había notado.
"Vamos, Suna, dinos qué te tiene así", insistió el gemelo rubio, incapaz de contener su curiosidad.
"Por quinta vez, Atsumu, no me pasa nada, por favor, deja de insistir."
El entrenamiento había terminado, y todos estaban recogiendo sus cosas. El castaño se alejó rápidamente, pero en la puerta chocó con la hermana menor de los Miyas.
"No te vi, perdón, Rin."
Pero el castaño ni siquiera la miró.
"¿Sabes qué le sucede?", preguntó el rubio, consciente de que su hermana se llevaba bien con el castaño.
"No tengo idea."
"Me dijo que eran temas amorosos", agregó el gemelo peligris. "Le terminaron, o algo así me dijo. No eran oficialmente novios."
"¿Tenía novia?", preguntó el rubio, y el gemelo peligrisasintió con los hombros. "Eso no lo veía venir. ¿Tú, Ame?"
La chica negó con la cabeza. Ella sabía que el chico estaba mal, pero era lo mejor para ambos. Ninguno de los dos merecía una relación como la que tenían.
Por un lado, no sabía cómo reaccionarían sus hermanos a una noticia como esa, y por otro lado, no quería involucrar a sus hermanos en una relación que no les incumbía.
"Deberías hablar con él; tú eres la más cercana de aquí." Si Aran o cualquiera del gimnasio supiera quién era esa chica.
"Hablaré con él, pero no ahora. Ya se fue."
"No es así, solo está en los vestidores."
El capitán del equipo señaló hacia el lugar, y la castaña dudó un poco antes de ir hacia allá.
Entró y no le sorprendió lo que vio.
"¿Qué haces aquí?", preguntó el castaño, sonando bastante molesto. "No vayan a verte tus hermanos", añadió sarcásticamente. "O no espera, ya sé, querías verme sin camiseta, pero no creo que sea eso, porque ya me has visto."
"¿Crees que haría algo así?"
"Ya no sé qué esperar de ti."
Esas palabras fueron muy duras para la chica, que incluso el castaño se dio cuenta de su error.
"Espera, no quise decir eso."
"No importa, Suna, no creo que quieras hablar."
La chica no esperó respuesta alguna y salió de ese lugar.
"¿Cómo está?"
"No lo sé, Osamu, no quiso hablar conmigo. Me iré sola a casa."
La castaña solo agarró sus cosas y salió del gimnasio. Necesitaba pensar. No podía creer lo que le acababa de decir el chico que le gustaba. ¿Había sido mala?
Se encontraba caminando por las calles sin un destino fijo, necesitaba estar sola. ¿Había hecho lo correcto?
"Aquí estás, te estuve buscando por todos lados."
En frente de ella estaba el castaño sudando después de haber corrido unas 10 cuadras, algo que esperaría que sus hermanos hicieran, pero él...
"¿Qué haces aquí?"
"Quería pedirte perdón, estaba de mal humor y me desquite contigo."
"Está bien, supongo."
"Por favor, Ame, no me hagas esto", suplicó el castaño, sosteniendo las manos de la chica. "Te necesito conmigo. Yo puedo hablar con tus hermanos, incluso con tus padres, pero por favor, no nos sigamos haciendo daño."
Esas palabras dejaron a la chica en blanco. ¿Realmente la quería? Nunca pensó que se enamoraría de ella. "Simplemente sexo", así comenzó todo, no era una relación seria, pero ¿y ahora qué?
"¿No sientes nada por mí?", preguntó el castaño, con la voz temblorosa.
"Claro que siento cosas por ti, pero realmente no sé qué decirte. Nunca pensé que ibas a interesarte en mí de forma seria."
"Siempre lo hice."
El castaño cortó la distancia entre él y la chica.
"¿Por favor, déjame hacer las cosas bien?"
"Yo..."
La chica no pudo decir nada, ya que el castaño unió sus labios con los de ella.