La chica oía como tocaban la puerta de su casa, no pensó nada raro, pues sus padres estaban por llegar del trabajo.
Se levantó del sofá y se dirigió a la entrada.
"Déjame adivinar", Habló la pelinegra al ver a su vecino en su puerta, "tu perro volvió a entrar a mi jardín ¿No es así?"
"Lo siento", El pelinaranja estaba apenado.
"Pasa, por favor", le indico la chica haciéndose a un lado para que entrará, "Deberías comprarle una mejor correa, es la tercera vez que pasa esta semana".
"Es un perro escurridizo y parece gustarle tu jardín".
Los jóvenes intercambiaron una sonrisa antes de que la chica abriera la puerta del patio para que pudiera llamar a su perro.
"Tantos jardines y siempre viene a parar al mio", Comento la chica acariciando la cabeza del perro quien estaba en los brazos del pelinaranja.
"Suele ser un perro listo, pero parece que tiene una debilidad por este lugar".
"Quizás", Respondió la pelinegra aún con la mirada en el canino, "O quizás sólo le gusta recoger los premios que lanzas para que entre a mi jardín".
Alzó la vista para encontrarse con la cara ruborizada del pelinaranja, tenía los ojos abiertos y un color rosado en sus mejillas.
"Sabes que tenemos cámaras de seguridad ¿Verdad?", Se burlaba.
"Yo...", El pobre pelinaranja no sabía a donde mirar, no sabía que hacer y eso hizo reír a la chica, "Puedo explicártelo".
"Tranquilo".
Dice la chica con calma, haciendo que el chico se tranquilicé y poco a poco el ruborizado de sus mejillas se vaya.
"Aquí es cuando me invitas a salir", susurró la chica, haciendo que el chico vuelva a su color rojo.