Las semanas habían pasado desde el campamento de voleibol, y eso solo significaba una cosa para el peligris: debía dejar ir a la chica que había conocido allí.
Podría parecer una tonta historia de amor entre dos chicos primerizos, pero esos 10 días juntos les habían revuelto el corazón.
Para su suerte, ambos habían sido seleccionados para ir al torneo nacional, lo que significaba que había una gran posibilidad de poder verla nuevamente.
"¿Estás nervioso?" bromeó su amigo mientras el peligris estaba perdido en sus pensamientos. "¿Suga?", el chico lo miró preocupado.
"¿Nervioso? ¿Yo? ¿Por qué estaría nervioso?", respondió con una risa claramente nerviosa.
"Vas a volver a ver a esa chica", Tanaka asomó la cabeza entre los asientos, "y si no me equivoco, estabas loquito por ella".
"Cierra la boca", dijo el chico sorprendido. "Además, no tienen idea de lo que hablan", negó con la cabeza.
"¿Y por qué te sonrojas?", insistió Tanaka, recibiendo un golpe del peligris.
El resto del viaje transcurrió entre burlas hacia el peligris, quien estaba a punto de explotar, pero para su fortuna, habían llegado al gimnasio.
Apenas puso un pie en tierra firme, los nervios volvieron de golpe. Podía ver la entrada al evento, repleta de equipos conocidos.
"Creo que ya no quiero ir", dijo el chico volviendo hacia el autobús. "Buena suerte", estaba a un paso de subir cuando Daichi y Tanaka le bloquearon el paso.
"Suga, no eres idiota. Tanaka lo es, pero tú no. Así que anda y da la cara", Daichi se plantó frente a la entrada del autobús esperando que el chico avanzara hacia la entrada. Con esfuerzo, lo hizo.
El equipo completo entró al gimnasio, y era como una junta de celebridades. Había jugadores destacados por todas partes, pero aún no veían al equipo que el peligris temía: Nekoma.
"Karasuno, así que lograron venir", la voz inconfundible de Kuroo resonó en el aire.
El peligris miró frenéticamente a su alrededor hasta que la vio a lo lejos, hablando con Bokuto. Tomó rápidamente a Tanaka y lo llevó a un lugar apartado.
"Haré lo que sea, pero escóndeme de ella", el chico rogaba.
"Tranquilo, ¿qué tiene de malo que te vea?", Tanaka reía por lo nervioso que estaba el peligris.
"Tú no lo entenderías", dijo enojado. "Solo ayúdame esta vez".
"Lo haría, pero ella ya viene hacia acá y no creo que pueda hacer mucho al respecto", dijo mirando detrás del peligris.
"¿Qué?", dijo asustado, pero era tarde. La chica estaba frente a ellos.
"Ryu, ¿nos dejas a solas a Suga y a mí?", pidió amablemente la chica. Tanaka simplemente asintió y se fue, dejándolos solos.
"¿Escapabas de mí?", preguntó ella.
"Claro que no", respondió él, aunque no pudo ocultar la alegría que sentía al verla.
"¿Y por qué no te acercaste antes?", la chica lo miraba con una ceja en alto, los brazos cruzados. Llevaba su uniforme desordenado, igual que la última vez. "Eres muy tonto a veces, pero créeme, moría por verte de nuevo", dijo Ame sin ningún pudor, una característica muy propia de ella.
Las mejillas del peligris se tornaron rosadas. "No tengo palabras para describir lo que siento en este momento, pero créeme que yo también deseaba verte".
Ella sonrió y, sin decir más, lo abrazó con fuerza. El peligris, sorprendido al principio, correspondió al abrazo, sintiendo que su corazón latía con fuerza.