"No vas a hablarme en todo el camino?", la única respuesta que recibió fue silencio, a lo que bufó, "todavía que te salvo de un idiota".
"No lo era", habló la chica malhumorada.
"Así que si hablas, qué alegría", se burló.
"Una cita", volteó a mirarlo enojada, "solo quería una cita normal, con alguien que estuviera interesado en mí, llegas y arruinas todo".
"Llegué a salvarte".
"Salvarme?", repitió incrédula.
"Sí, salvarte", respondió con la vista puesta en el camino, "él solo quería una cosa de ti, así que te saqué antes de que te presionara a algo".
"Que tú solo quieras una cosa de mí no significa que es lo único que valgo para cualquier otro".
Su silencio la molestó aún más e hirió a partes iguales.
"Tendo me pidió que te cuidara", se excusó.
"Sí, claro", murmuró volteando hacia otro lado. Iban camino a su casa, quedaban algunas cuadras, "como sea, no tenías derecho a interrumpir así mi cita. Ni siquiera se lo aceptaría a mi hermano".
"La cita debió ser terrible, ¿no? Porque aquí estás".
La verdad es que sí, la cita iba de mal en peor, el chico ya la había comenzado a incomodar, pero jamás lo admitiría.
"Así que para ya", pidió el chico ya harto.
"Creí que querías que hablara contigo".
"No, si hablaras de él".
"¿Estás celoso?"
En ese momento estaban frente a la casa de la chica. Antes de que pudiera irse, el chico volvió a hablar.
"Eso te gustaría, ¿no?"
"Estaba perfectamente ahí", le dijo ignorando su comentario, lo que provocó una pequeña sonrisa en su rostro.
"Si deseas, puedo llevarte ahí de nuevo".
"Seguro él ya se fue", volteó la mirada.
"Llámalo", ofreció su celular, "seguro regresa por ti. Yo lo haría".
"Tú no harías nada por mí".
Aún con aquella sonrisa, se inclinó hacia ella acortando la distancia, haciendo que su cuerpo se tensara de inmediato.
"Ambos sabemos que haría muchas cosas por ti", dijo acomodando un mechón de su cabello, "que tú te niegues es otra cosa".
"Yo no me niego a nada", le hizo saber ocultando los nervios que le recorrieron al sentir su mano por su piel. Y no se alejó cuando él se acercó lo suficiente para rozar sus labios.
"Pero seguiré tu consejo y me alejaré de los idiotas", le sonrió alejándose de golpe, para entrar a su casa, "así que no vuelvas a interrumpir mis citas", dijo para entrar.
"¿Es un reto? Porque a mí no me gusta perder".
"Ya verás", dijo para por fin entrar y cerrarle la puerta en la cara.