Caso Viciado

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Pov Poché

Al entrar a la estación policial de una vez fui llevada a una celda vacía, ni siquiera tomaron mis datos, ni mi declaración de los hechos. Solo me quitaron los accesorios que llevaba puestos, los metieron en un sobre y eso fue todo.

-Aquí permanecerá mientras su caso sea procesado- me dijo con voz fría una de los oficiales que me trasladó a la celda mientras me quitaba las esposas.

Esperé a que me permitieran hacer la llamada que por ley me correspondía, la cual me fue negada cuando la solicité al ver que nunca me la ofrecieron, por más que exigí que era mi derecho, simplemente ignoraron mi solicitud. Este proceder me hizo darme cuenta de que había algo que no iba bien con mi detención. Deseaba tanto hacer esa llamada para comunicarme con Calle y saber que estaba bien, parecía increíble, pero en este momento mi preocupación era que ella se encontrase bien, aunque yo era la detenida. Pero sabía que esto era lo que Calle tanto temía cuando se enteró de que había golpeado a Juliana. Estaba consciente que me había dejado llevar por la ira y que quizás había ido demasiado lejos al ir a su casa y golpearla. Sin embargo, no podía arrepentirme de lo que había hecho. Me sentía aliviada de haberle enseñado una lección a la persona que había dañado a mi novia.

Me senté en el piso de la celda y recosté mi espalda contra la pared y cerré mis ojos. El rostro lleno de preocupación de Calle cuando vio que me llevaban detenida, no salía de mi cabeza. Cuando me sacaron del edificio esposada me sentí como una criminal, pero si este era el precio a pagar por defender a mi novia no me arrepentía, porque por ella era capaz de cualquier cosa y de lo único que me arrepentía era de no haber golpeado más a la perra esa. Si fuera sabido que me iba a denunciar me hubiera gustado haberla dejado en peor estado. Llevaba una hora en este lugar sin hablar con nadie, sin saber cómo estaban las cosas afuera ¿Calle le habrá avisado a mi papá? ¡Dios! Sería la segunda vez que mi papá tendría que sacarme de la cárcel.

Me sobresalté cuando sentí a alguien golpear la reja de la celda -Garzón, tu abogado quiere verte- dijo con voz alta el oficial abriendo la puerta -¡Rápido!- habló enojado

-De acuerdo, voy- bufé mientras me ponía de pie.

-Sígueme- dijo el guardia.

Lo seguí hasta que llegamos a una sala de visitas, el guardia la abrió y permitió que ingresara primero. Al entrar me sorprendí al ver a un abogado que no conocía y al padre Calle

Él se acercó a mí colocando su mano en mi hombro a modo de saludo -María José ¿Cómo estás? Te presentó al abogado de la familia- dijo Germán -Mi hija ya nos puso al tanto de todo lo que ocurrió con Juliana Velásquez- pude ver la rabia en sus ojos al decir ese nombre     -Estamos aquí para ayudarte a salir de la cárcel-.

-Encantado señorita Garzón, Pablo Alvarado- se presentó el abogado mediante un apretón de manos.

-Mucho gusto. Puede llamarme María José- dije con mi rostro aun sorprendido por verlos aquí.

-Sentémonos por favor- pidió el papá de Calle -Mi hija se encuentra aquí- me informó con una voz amable.

-¿Calle está aquí? ¿Puedo verla? ¿Ella está bien?- pregunté ansiosa.

El papá de ella sonrió cálidamente -Está bien, desesperada por verte, pero bien. Juliana su hermana está acompañándola. Lamentablemente no permiten la entrada de nadie más que de tu abogado. Logré entrar con Alvarado haciéndome pasar como uno de los abogados que junto a él te representaríamos-.

El abogado se sentó frente a mí, sosteniendo una carpeta llena de papeles. Me miró a los ojos antes de comenzar a hablar.

-María José, ya Daniela nos dio un relato de lo que sucedió, pero obviamente necesito que escuchar de ti misma todo lo que pasó, sin omitir nada por favor-.

Te Juro Que Te Sigo AmandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora