Pesadillas

5 1 0
                                    


* 14 de Junio.

Me pregunto si este será otro de mis sueños, es que es tan real, que me creería todo lo que llegase a pasar.

Me encuentro en una cabaña abandonada, está muy oscuro, pero puedo ver varios cristales de una ventana rota en el suelo gracias a la luz de la luna, estoy descalza pero por alguna extraña razón los pedazos de vidrio no me hacen daño, camino hacia el marco de la ventana que está rota.

Hay un gran lago y a pesar de que esté todo oscuro allá afuera, puedo apreciar muy bien el gran tamaño que abarca. Un pequeño y viejo muelle casi hundido, que se nota que cae a pedazos, yace a un costado.

Algunas luciérnagas iluminan algunos charcos de agua, dentro de unos pequeños botes que están amarrados al muelle.

Giro mi vista nuevamente al interior de la cabaña y puedo apreciar en una esquina un charco de sangre que aún está fresca.

Escucho unos golpes en la parte de arriba de la cabaña, cerca de las escaleras. Un frío recorre mi espalda, dejándome completamente inmóvil.

Nuevamente escucho el sonido ahora más ensordecedor, luego un fuerte impacto arremete contra el piso de arriba; como el de unos disparos, me hacen saltar y todo queda en completo silencio.

Me acerco a las escaleras y desde la parte de abajo miro para ver que ha sido eso, paso las palmas por el pasamanos y retrosedo un poco. Al no ver nada decido subir, a pesar de que por dentro me diga que es una pésima idea. Los vellos de mi piel se han erizado como nunca antes, siento una corriente muy fría atravesar mis huesos.

Voy a mitad de la escalera y siento una presencia muy cerca de mi, es como si un sexto sentido me advirtiera que delante de mi hay una entidad maligna. Está más claro arriba, pues un ventanal inmenso abarca la pared que da hacia el lago.

Cuando subo el último escalón, me aterrorizo por completo y comienzo a temblar como nunca. Mis ojos se abren como plato, me pongo ambas manos en la boca para evitar soltar un grito. Hay un bulto colgado de una de las vigas de la habitación. Es una mujer la que cuelga por el cuello, tiene el pelo suelto tirado sobre su rostro, salpica algunas gotas oscuras, que ya han formado un gran charco que recorre la mitad de la habitación.

Miro a todos lados, intentando ver si hay alguien más, pero no hay nada. En este punto no tengo control de mis movimientos y me acerco a aquella mujer, doy unos tres pasos lentos y la angustia se apodera de mi, el temor y las ganas de querer despertar me acorralan, pero no despierto. Estoy a solo un metro de distancia de aquel bulto humano, que cuelga salpicando el suelo y emanando un olor muy desagradable.

Tomo un banco que hay cerca y me subo a el. Me acerco al cuerpo sin vida que está de un color morado en el área del cuello y el resto del cuerpo permanece muy pálido. Mis manos se acercan a su cuello, tomo el collar que tiene y se lo halo con fuerza. Me agito, me cuesta respirar miro el collar en mis manos y escucho un gemido aterrador, miro hacia arriba y veo a la mujer con los ojos bien abiertos meciendose, soltando unos chillidos que me ponen los pelos de punta.

Me tambaleo y caigo del banco, veo como intenta soltarse de la soga que la amarra al techo, grita, gruñe y chilla de una manera horrible. Cierro los ojos y al abrirlos la mujer está flotando cerca de mi, con el pelo suspendido en todas direcciones, con los ojos bien abiertos y la cabeza de lado inclinada como si intentará reconocerme.

Escucho que susurra algo muy bajo que no logro comprender muy bien. Luego sube el tono y logró entender una palabra, más bien un nombre.

—Phoebe... —dice en susurros como si estuviera con la garganta llena de sangre.

Luego cierro los ojos otra vez y al abrirlos veo como se abalanza sobre mi.

SiluetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora