Phoebe
Basta de ir por el mundo con una venda en los ojos, han pasado muchas cosas extrañas estos últimos días. Cada vez que logro descubrir una verdad, aparece otro misterio más, envolviendome en una telaraña nueva de angustia.
Ahora estoy más confundida y sin palabras al ver aquellos seres tan majestuosos, parados a solo unos pocos metros de donde estamos. Mamá sigue con la mirada firme sobre el más grande y, aunque ella sea alta, él lo es más. Ella se queda mirándolo fijamente durante varios minutos, como si quisiera destruirlo con solo verlo.
Las voces y lamentos se han callado, no lo había notado, pero desde que aquellos ángeles llegaron no las he oído. Quizá les teman.
Veo a mamá, sus manos están apretando con más fuerza la antorcha, sus nudillos están muy rojos por la presión que ejerce en el metal que recubre la antorcha, es posible que la rompa si sigue presionando de tal manera.
—¿Mamá quién es él? —pregunto confundida—. ¿Le conoces?.
Me mira y no dice ninguna palabra, luego devuelve la mirada hasta la señora Victoria, la que ahora luce tan resplandeciente como el sol.
—Aneucys, ¿Porque lo has traído? —pregunta mamá mirando a la señora Victoria—. No están listos.
—Él me insistió de que ya había llegado el momento —dice la señora Victoria.
—Te dije que te diría el día en que lo tuviera listo para hacercelos saber —dice algo molesta—. No ahora, no están preparados para dicha tarea.
—Ohhh, si que lo están, de no ser así no podrían vernos y lo sabes bien Elizabeth —responde él.
¿Pero que acabo de oír? ¿Aneucys?, que es lo que me están ocultando, para que no estamos listos según mamá?. Un mar de preguntas aún sin respuesta se hace en mi mente, intentando ahogarme con tantas interrogantes.
—¿Mamá porqué la llamas Aneucys? —pregunto con el ceño fruncido, mientras doy un paso hacia ella.
—Querida ese es mi verdadero nombre —dice aquella señora que desde que tengo uso de razón vivía frente a nosotros y que cuidaba como nadie más de su jardín—. Pero en la tierra debía tener otro nombre, por precaución, pero ya ves que al final lograron encontrarnos.
Eso ya me quedaba claro, pero lo que aún me atormentaba era el hecho de que aquel ser de nombre Exus me pareciera tan conocido, hasta su voz me resultaba familiar, todo esto me daba vueltas una y otra vez.
Mis manos tiemblan un poco, pero me mantengo firme al lado de mamá. Estamos estancados en un pequeño pleito en el que mamá es la que intenta destruir a su oponente con sus potentes ojos color café, al mismo tiempo él le regala una sonrisa burlona y atractiva, que la enfurece aún más.
Me siento débil, mis piernas me fallan, la vista se me nubla, y el estómago se me retuerce. Parece que han pasado años desde que he llevado un bocado a mi boca. Me pregunto cuanto tiempo a pasado desde el momento en el que desaparecimos en el bosque.
—¿Phoebe que te pasa? —me dice Scarleth tocandome el hombro.
—Me siento débil —musito.
Scarleth, dejando atrás el miedo que la invadía, se acerca un tanto temblorosa al frente, entre aquellas siluetas relucientes.
—Escuchen tenemos que salir de aquí cuanto antes —suelta con voz fuerte a pesar de su temor—. Phoebe no se siente muy bien, podría desmayarse en cualquier momento.
Mamá y los demás se acercan al lugar donde estoy, me intenta tomar en sus brazos pero no puede hacerlo, cada vez que lo hace me atraviesa. Como si estuviera tratando de atrapar el agua, y que ésta se deslizase entre sus manos.
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Siluetas
Teen FictionPhoebe es una chica de 17 años, llena de temores, como muchas chicas a su edad. Lo que no creerás es que a pesar de nacer en 2021 se encuentra atrapada en 1975. Intenta recordar los hechos que la llevaron a llegar hasta esa época. Adentrándose por c...