XXVI Scarleth

55 9 35
                                    

Scarleth

Entrar en un lugar así nunca estuvo en mis planes. Sí, había visto lugares enormes en la tierra. Pero nunca algo parecido.

Recuerdo que los estudiábamos en el instituto. El Angkor Wat en Camboya. La Sagrada Familia en Barcelona. O el Borobudur en la selva Java de Indonesia. Todos ellos sitios inmensos, catedrales y templos en los que las personas asistían por ser lugares sagrados. Pero sin duda este sitio dista de tener un poco de bondad.

Al entrar veo que el edificio está dividido en dos secciones.

A mi izquierda un sin número de gradas están dispuestas para los comandantes Norshoks que esperan instrucciones por parte del Consejo de Oscuros.

Mientras que a mi derecha yacen los asientos destinados al Consejo.

Y sobre una tarima por encima del Consejo, se levanta una pequeña estructura color marrón con rayas grisáceas y en el medio un símbolo muy extraño.

Todos guardan un ceremonial silencio al vernos entrar. Podría creer que es por mí, una pequeña humana en su mundo, pero ya veo que estoy equivocada. Guardan silencio por su rey.

El oscuro del cetro avanza en dirección hacia aquella tarima, su trono. Mi padre lo sigue como su fiel sirviente. Es enfermiza su actitud. Prefiero mirar a un lado, que tener que observar la manera tan vergonzosa en la que él se postra ante aquel Norshok.

Observo lo alto de la estructura, las vigas enormes que se yerguen a sus costados. El techo cóncavo que se une en tres puntas a la mitad de este templo. Estoy casi segura de que este lugar pertenecía al reino de Okra, el mismo que Keith protegía. Pero ahora bajo una lúgubre oscuridad, nos sumerge en las tinieblas. Con sólo el resplandor de las lunas, las cuales se cuelan entre algunos ventanales a lo alto del edificio, manchando con su azul profundo algunas gradas. Y en las paredes unas pocas antorchas, con un fuego rojizo, que proyectan sombras aterradoras sobre sus muros.

Al fondo del pasillo otra puerta espera. Por la misma entran muchos Oscuros que suben a las gradas mirándome con desagrado, otros con mueca burlona. Todos ellos de distintas formas. Algunos con forma de halcón, bestias del bosque o mutaciones descabelladas. Otros con la piel desgarrada y con una especie de neblina negra que cubre sus cuerpos.

Todos ellos vociferando insultos en su lengua, se muestran muy alterados y sólo los apacigua la voz de uno de los miembros del Consejo que retumba en el edificio.

Inesperadamente de ambos lados del pasillo central aparecen dos oscuros que me toman de los brazos haciéndome avanzar detrás del Norshok con el trono.

Tropezando subo algunos escalones pasando al lado del Consejo. Cada uno de ellos con la vista fija en mi. Subo un escalón más quedando justo al lado de mi padre, el cual ni se inmuta en esperarme. Creo sin duda, que su devoción está del lado del Norshok.

Desde mi Atalaya puedo ver la gran masa de comandantes Norshoks que se acomodan en las gradas frente a nosotros. Entre toda esa multitud surgen algunos tipos de banderines, supongo yo que son las diferentes regiones de esta ciudadela infernal.

Bajo la vista y veo que en cada podio hay algunos colores que representan los elementos que dominan los oscuros del Consejo.

Mi padre se acerca a mi oído y me susurra lo que significa cada uno de ellos.

El Consejo está formado por trece miembros, cada uno de ellos representa una región en la ciudad de los Norshoks.

Piedra, fuego, tierra, metal, mente, electros y de hielo.

SiluetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora