XXV Phoebe

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Phoebe

Y allí frente a mi, yacía una escena atroz y cruel que jamás imaginé presenciar. Si hasta hace unas horas pensaba que todo seguía igual, al menos con mi familia, estaba equivocada. Era ella, Elizabeth, mi madre, con sus manos manchadas de la sangre de aquella niña y sin la más mínima expresión de arrepentimiento o culpa. Hasta podría decir que lo disfrutaba.

Matt y yo estábamos detrás de unos arbustos cuando presenciamos aquella aberración. Quedé congelada unos segundos, en los que me preguntaba qué diablos estaba pasando. Pero después de eso me levanté y extrañamente tuve la idea de acabar yo misma con ella. Fue un impulso muy profundo, pero Matt me tomó del brazo obligándome a regresar.

—¿Qué acaso estás loca? —dijo el mirándome con confusión—. Si accedí a venir contigo era para hallar respuestas no para suicidarnos.

Quería responderle pero ya no sabía qué decir. O más bien no podía hablar, la ira me superaba.

Fue entonces cuando escuchamos un zumbido en el cielo, era Zenk que caía justo detrás de mi madre. O al menos a la que creía que era mi madre. Ésta se giro dejando de torturar a aquella niña verdosa. Su expresión desorientada y sus manos temblorosas me indicaban que algo andaba muy mal.

Zenk sacó de su costado una espada y comenzó a caminar hacia mi madre. Sin medir palabras estaba dispuesto a acabar con ella.

Si antes quise arremeter contra ella, ahora estaba totalmente arrepentida.

Logré zafarme del agarre de Matt muy rápidamente y me abalancé hacia Dónde estaba mamá. Pasé junto a la niña mirando cómo había quedado; sorprendentemente aún estaba viva. Tenía hojas en las manos y parecía que su ropa, con algunas raíces, estuviera unida a su cuerpo también.

Guié mi mirada hacia mamá. Lucía igual a aquella vez que la vi en el cementerio. Con aquel mismo traje blanco, sólo que ahora no irradiaba luz. Una aura oscura la rodeaba. Di un par de pasos más y me detuve detrás de ella.

Puedo jurar que antes podía sentir la presencia de mamá. Me refiero a después de su funeral. Cada vez que la veía o estaba cerca podía sentir su cuerpo sin tocarla. Extrañamente ahora no siento nada.

Con el rabillo del ojo me doy cuenta que Ray y los demás se acercan a mi derecha entre los árboles, pero sin hacer notar su precensia a mi madre.

Estamos en problemas Matt —pienso.

Ray se lleva una mano al auricular.

—Phoebe tienes que escucharme —dice él en mi oído.

No le prestó atención y doy un par de pasos más al mismo tiempo que Zenk lo hace.

Mamá habrá podido matar a esta aldeana, pero cuando Ray me dijo que eliminaría a Exus nunca pensé que ella también estaba involucrada. Y no estoy preparada para esto. No dejaré que la eliminen también de este mundo. No así.

—¡Escúchame! —me grita Ray.

Me quito el aparato del oído y lo meto en el bolsillo. No voy a permitirles hacerle daño.

Miro el brazalete unos segundos y camino hacia mamá. Ella confía en mí. Lo dijo en esa carta que me dejó antes de morir. Es este el momento de actuar, de defenderla ahora.

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