XXI Scarleth

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Scarleth

Un estruendoso sonido me despierta. El llamativo sonido proviene de una torre plateada, que genera una luz púrpura en la cima y rayos que la llenan de líneas quebradas del mismo color, la cual logro ver de manera borrosa.

Ya no permanezco en aquella oscura habitación. Percibo en mi piel casi desnuda, el aire muy frío por el relente de la mañana. Estoy envuelta en un velo blanquecino, que me cubre desde el pecho hasta mis muslos, estoy descalza y llevo el pelo suelto, aún así no reparo en ello. Bajo la cabeza al suelo y siento la superficie donde estoy tumbada, con la punta de los dedos de la mano; es más suave que en la otra zona donde permanecía encadenada, aunque el metal está helado.

Mis brazos y mis piernas están libres de cualquier grillete; no obstante, aún siento una pequeña molestia en mi pierna. Guío mi mano derecha al tobillo y noto que éste tiene un pequeño vendaje que recubre la herida.

Me percato que la plataforma en la que estoy se mueve lentamente hacia arriba, siento náuseas prontamente, pero me contengo cerrando los ojos muy fuerte. En lo alto puedo ver una especie de puente, que se une con la plataforma en la que estoy ascendiendo; de pie sobre el borde está el oscuro de la barba tupida, a su lado, mi padre con la cabeza gacha, con unos cuantos rayos del alba cubriendoles parte del pecho.

De manera súbita la plataforma se detiene, haciendo un sonido mecánico al acoplarse con el puente; me pongo de pie con gran esfuerzo, mientras que partes del puente en forma rectangular se doblan hacia la plataforma y la sujetan con firmeza, hundiéndose en unas pequeñas hendiduras de acero, de modo que ambas partes quedan al mismo nivel. Tambaleo un poco al chocar las piezas. Luego me acerco a la orilla y doy un vistazo hacia abajo antes de fijar la mirada en el oscuro.

Alcanzo a ver un gran valle repleto de edificios muy opacos; una ciudad, cubierta por una bruma lúgubre que la hace más opaca y sombría. Es su ciudad; la ciudad que planean expandir.

Procuro no poner mis ojos en mi padre, Barek, o como se haga llamar. ¿Cómo es que estará involucrado él en todo esto?. Por un breve momento siento que romperé mi dentadura de tanto apretar la mandíbula.

—¿No es hermoso? —suelta el oscuro, esbozando una sonrisa torcida—. La familia reunida. ¿No es así Barek? —dice al mismo tiempo que le da un leve codazo en el costado a mi padre.

Él permanece callado. Siento que no lo reconozco. Luce un manto gris opaco que le llega hasta los tobillos y sobre la cabeza una capucha que deja a la vista sus mechones de cabello. Por un instante el hombre parado frente a mi me parece un completo extraño.

Doy un par de pasos rodeando la punta de la torre plateada, evitando ser tocada por uno de los rayos que arroja. Renqueando por el dolor en mi tobillo, me acerco a ellos.

—¿Qué es lo que quieres? —espeto frunciendo el ceño.

—Señorita Scarleth tranquilicese, solo quiero llegar a un acuerdo que la favorezca a usted y a su padre —dice con un tono más suave intentando mitigar mi ira—. Acérquese, quiero mostrarle algo —me dice aproximándose al borde del puente, señalando un grupo de montañas a lo lejos, guiando el cetro blanquecino por encima del horizonte.

Con recelo doy algunos pasos saliendo de la plataforma, —¿Que tramará?—. Sin dejarme responder prosigue.

—Entiendo que ha venido aquí con planes de destruir lo que he construido durante siglos —Suelta con ese mismo tono suave que usó antes—. ¿No es así señorita Scarleth?

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