Extraños Conocidos

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Un velo blanco rodeado por tentáculos negros como de humo y fuego. Una gracia maligna con la que jamás había visto antes a mi amiga, eran el preámbulo a lo que nunca pensé presenciar.

Apenas pude acercarme un poco cuando Ray me hizo retroceder tomándome por el hombro.

—Phoebe algo anda muy mal.

Scarleth susurraba cosas incomprensibles mientras temblaba. Soltó un grito espeluznante.

—Haré lo mismo que hice con tu madre —dijo Scarleth mientras de sus manos salieron unas dagas oscuras.

—¿Qué dijiste? —dije en un grito de furia qué casi me destruye la garganta.

—No me refiero a Elizabeth —dijo Scarleth riéndose—. ¿O acaso no ella no te lo dijo?

¿Decirme que?

Mi confusión fue tan evidente que su sonrisa creció cada vez más.

—Elizabeth no es tu madre — terminó por decir Scarleth.

—¿Qué? —dije más para mi.

—Lo único que importa es que estarás pronto con ella en el vacío porque una vez te elimine de este mundo no tendrás a donde ir —dijo meneando las hojas oscuras—. El amo estará encantado de ver lo que haré contigo.

Y sin medir más palabras Scarleth se abalanzó sobre mi.

Mis reflejos mejoraron, porque cuando la vi venir no dude y mis manos invocaron una espada roja que bloqueo su ataque. Cuando su arma chocó contra mi espada, la fuerza la hizo rebotar e irse contra la pared de fondo del edificio.

Corrí hacia ella al igual que lo hizo el resto del grupo.

Entre el polvo que se levantó por su aparatoso golpe pude notar como sus dos brazos se le habían salido del lugar.

—Controlas mejor esa cosa —dijo Scarleth riendose con locura.

Se fue levantando poco a poco y acomodo de manera muy sonora sus brazos mientras salía de la oscuridad.

—Ahora te mostraré que voy a hacer contigo —susurro brincando hacia mi.

Justo cuando estaba por tirarse contra mi un rayo golpeó su pecho. Era Ray qué, arrojando un rayo no tan potente dejó inmóvil a Scarleth.

Me acerqué a ella y su cuerpo temblaba con locura.

Cuando pensé que todo marcharía mejor un frío recorrió todo mi cuerpo.

Ardor.

Me quemaba.

VI como mi brazo fue separado de mi cuerpo con una rapidez descomunal.

Scarleth.

Su navaja oscura estaba brillando púrpura, se arremolinaban líneas sobre su muñeca.

Una voz gruesa salió de entre los escombros del fondo del pasillo.

—Bien hecho querida Scarleth, tu familia estará orgullosa —dijo un oscuro sin pelo con el cetro de Keith y muchas otras piedras alrededor de el.

Sin medir más palabras arrojó un tipo de granada qué comenzó a succionar todo a su alrededor, incluyéndome.

—Ray —dije esto más como un susurro.

—No te dejaré ir –Dijo Ray sosteniendo mi brazo sano—. ¡Estoy contigo, Phoebe! –dijo Ray, que le lanzaba una bola de electricidad a un Norshok con la otra mano.

Pero como si ni fuera suficiente comenzaron a entrar a la habitación decenas de Norshoks que tomaron a todos como rehenes.

—Busquen a todos —dije con lagrimas brotando por la impotencia—. Estaré con ustedes siempre.

Mi mano soltó la de Ray cayendo en un profundo vacío.

No sé cuanto tiempo estaré cayendo.

Oscuridad.

Mi collar empezó a brillar y como si de una explosión se tratara perdí el conocimiento y desperté entre libros y personas extrañas.


 

 

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