Phoebe
Busco razones coherentes a lo que mis ojos están observando en estos momentos, un nudo se me hace en la garganta, sin parpadear mi mirada se mantiene quieta en una sola dirección. Aunque todo ha permanecido de aquel tono grisáceo, me percato de que ha comenzado a llover, formando pequeños charcos en el césped que está bajo mis pies. Sopla una brisa muy fría que sacude mi pelo en todas direcciones.
Mi respiración se ha tornado más rápida, como si hubiese corrido por varios kilómetros. Puedo sentir un pequeño calor, que emana del resplandor de la piedra roja en mi collar, esta vez no lo sostengo con la mano, lo observó por unos instantes y vuelvo la vista a la figura de pie frente a mi.
Un sentimiento de angustia se apodera de mi. Porque, a pesar de que sé de quien se trata aquella silueta resplandeciente, hace escasos minutos pude observar como yacía dentro de una cajón de madera, con las manos sobre el pecho, pálida y sin expresión.
—¿Mamá eres tu? —digo finalmente, sorprendiendome del tono de voz que uso, como si aquello fuera totalmente normal.
No me responde, pero puedo notar algo de asombro en el rostro iluminado. Da un paso hacia mi y se detiene.
—¡Respondeme por favor! —le suplico.
—Tu —hace una pausa dando un par de pasos—. ¿Tu puedes verme? —su voz es como un susurro muy lejano—. ¿Como es posible que lo hagas cariño?. Se supone que ya no... —se detiene y me mira.
—No lo sé —le respondo confundida por todo esto—. Es la primera vez que me pasa, he tenido muchos sueños horribles que se semejan a la realidad. Pero estoy muy segura de que este no es uno de ellos.
Ella no dice nada y se queda pensativa, me quita la mirada y la pone en aquel cajón. Siguiendo con la vista el féretro que va descendiendo. Los demás parece que no se percatan de lo que está pasando a solo unos metros de distancia.
Detiene su mirada a un costado de donde estoy, mira algo detrás de mi.
—Cariño, debes voltear y ver lo que hay detrás de ti —me dice señalando detrás de mi—. Pero necesito que guardes la calma.
Giro la cabeza para ver de que se trata y al mirar hacia la multitud, me quedo paralizada y mi respiración se acelera aún más.
Arrodillada junto a la tía Janeth está una chica de pelo oscuro, similar en forma al de Scarleth, lleva un vestido color negro, está mirando el féretro que está casi al fondo del hoyo. Aquella chica soy yo.
—¿Mamá qué está pasando? —digo casi en un grito de desesperación.
—Debes calmarte —dice intentando tranquilizarme—. La piedra que llevas en el cuello es capaz de mostrarte el mundo de los que ya no están vivos.
—¿Qué? ¿Acaso estoy muerta? —digo alarmada.
—No —me dice muy segura de su respuesta—. Si lo estuvieras te verías algo igual a como lo estoy yo. O como algunas sombras que he visto mientras caminaba, por el parque la otra noche.
—¿Pero cómo es que aún deambulas por ahí? —suelto un poco calmada—. ¿No se supone que al morir vamos al cielo o al infierno según nuestros actos?.
—No lo sé cariño —dice mirándose las manos pálidas—. Pero hace unas noches me encontré en un parque a un hombre mayor con una espesa barba, me dijo que podría estar aún aquí por un propósito. No lo sé.
—¿Un propósito? —digo en un susurro.
—Si —me dice, logrando escuchar a pesar de que lo dije muy bajo—. Pero lo que importa es que estas viva, no sé que sea todo esto, pero de algo estoy segura, no estás muerta cariño.
—Mamá —intento sacar respuestas—. ¿Qué ocurrió ese día?.
—Luego de que te fuiste a la cama y de que me asegurara de que ya estabas dormida, fui a casa de Victoria, necesitaba saber que habia ocurrido, pero no encontré nada dentro, más que unos jarrones rotos en medio de la sala y su gato dando vueltas por la casa. Cuando salí pude oír sirenas, un par de cuadras cerca de la biblioteca. Tuve una corazonada, que me decía que debía ir, entonces tomé el coche, me estacioné a una distancia prudente para no llamar la atención. Pude ver como perseguían a Victoria. No sé como explicarte, pero Victoria se escurría entre la noche como si desapareciera por momentos. Llevaba un collar lila en su cuello que brillaba con fuerza. El collar brillaba justo como lo hace ahora el tuyo. Luego ella desapareció sin dejar rastro. Los hombres dieron varias vueltas, intentando hallarla pero no dieron con su paradero, luego uno de ellos se giro repentinamente hacia mi y pisé el acelerador hasta el fondo, ellos me persiguieron hasta la autopista. Y bueno ya sabes el resto. Tu collar está brillando demasiado. Justo como ellos dijeron.
—¿Ellos? —frunzo un poco el ceño—. ¿Quienes?.
—Los Hombres de negro que me persiguieron. Para perderlos conduje casi hasta los límites de NortVille, pero por el retrovisor pude ver como lanzaron un extraño artefacto gris, que golpeó el vidrio trasero y se metió al auto, luego vi como se esparcía por todos lados y se pegaba a las paredes como si fuera una especie de goma, perdí el control del auto y éste dio varias vueltas hasta quedar volcado a un lado de la calle. Todo pasó tan rápido que no me dio tiempo de nada. No sé cuanto tiempo paso para cuando logré abrir los ojos. Con el cuerpo al revés y bañada en sangre, pude ver unos hombres acercarce. Se inclinaron y me hacían muchas preguntas, sobre una piedra de Rix, mencionaron tu nombre y entre ellos se cuestionaban, de que porque no estabas conmigo en el auto.
Ambas oímos una voz conocida a unos metros detrás de mí. Giro nuevamente a donde se encuentra mi cuerpo arrodillado con la cabeza agachada. La tía Janeth está tocándome el hombro.
—¿Phoebe, cariño estás bien? —dice entre sollozos.
Al girarme la silueta de mamá ya se ha ido. Pero aún escucho su voz cerca.
—Debes regresar cariño. Te veré pronto. Recuerda que siempre estaré a tu lado —dice y escucho su voz como si estuviera frente a mí, a unos pocos pasos.
—¿Pero cómo?.
—Quizá sea el collar —susurra en mis oídos—. Quitatelo.
Hago lo que me dice y siento como si unas sombras me cubrieran todo el cuerpo y me halaran hasta un agujero, cierro los ojos.
—Linda despierta —siento la mano de la tía Janeth sacudiendome un poco. He vuelto. ¿Pero que ha sido todo eso?. Sin duda ahora tengo más preguntas de las que tenía antes.
—Estoy bien tía —le digo mirándola con los ojos llenos de lágrimas.
—Creo que será mejor volver a casa —dice ayudándome a ponerme de pie y salimos del cementerio.
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Siluetas
أدب المراهقينPhoebe es una chica de 17 años, llena de temores, como muchas chicas a su edad. Lo que no creerás es que a pesar de nacer en 2021 se encuentra atrapada en 1975. Intenta recordar los hechos que la llevaron a llegar hasta esa época. Adentrándose por c...