El lugar a donde se dirigían los bunkers esferas, Dayrat, era un planeta luna, frío y hostil, donde el tiempo transcurría más rápido que en otros mundos. Su atmósfera era densa y oscura, y sus recursos eran escasos. Pero tenía una ventaja: todos sus habitantes eran Forjadores, capaces de crear armas increíbles con cualquier material.Sara era una de ellos, y había trabajado durante años en la fábrica de armas de Aaden, enviando sus creaciones a los soldados que luchaban contra los Norshoks, los monstruosos aliados de los Oscuros.
Pero un día, todo cambió. Los Oscuros lanzaron un ataque masivo contra Aaden, usando sus poderes malignos para corromper y destruir todo lo que encontraban.
Sara supo que no podía quedarse en Aaden. Junto con otros padres, decidió enviar a su hijo a Dayrat, pero estando este recién nacido no podía enviarlo al cargo de otro niño. Ella si subió a la cápsula.
Las cápsulas bunkers eran la única forma de llegar a Dayrat, pero también eran muy peligrosas.
Tenían que atravesar el espacio infestado de Norshoks alados que destruían lo que vieran en el firmamento, y luego entrar en la atmósfera de Dayrat, resistiendo las altas temperaturas y las fuertes turbulencias.
Muchas cápsulas se perdieron en el camino, y otras se estrellaron al aterrizar. Sara tuvo suerte de que la suya llegara intacta, y de que Miguel no sufriera ningún golpe.
Sara miró con ternura a su hijo Miguel, que dormía plácidamente en sus brazos. Percibió como una aura azul y pequeñas chispas del mismo color se arremolinaron sobre Miguel perdiéndose en su pecho.
Habían llegado a Dayrat hacía unas horas, junto con otras seis cápsulas bunkers que transportaban a niños de diferentes edades. Eran los nuevos guerreros, los elegidos para salvar a Aaden, su planeta natal, de la invasión de los Oscuros.
Ahora, Sara tenía que buscar un lugar donde esconderse con su hijo, y esperar a reencontrarse con los demás niños. Ella conocía a personas a las afuera de la ciudad.
Miguel despertó de su sueño mientras Sara lo cargaba por un sendero iluminado por cientos de insectos qué brillaban en un tono azuloso.
—ssshhhh, ya cariño. Estas bien —le susurraba mientras de su túnica sacaba una manta Blanca con la que le cubrió la mayor parte de su pequeño rostro para protegerlo del frío.
Llegaron a una cabaña en precario estado, dando algunos pasos más para acercarse; miró a todos lados antes de tocar a la puerta.
Un gruñido se escuchó dentro y salió lo que parecía una bola de pelo gigante.
—¿Recuerdas a una vieja amiga? —dijo Sara mostrando al niño en sus brazos.
—Eres... Eres madre —dijo el gigante frente a ella.
Era un tipo de dos metros qué llevaba el pelo largo barba tupida y cubierto en pieles dejaba ver unos brazos grandes y nervudos llenos de más pelo.
—Lo soy, Ghayeon. Él es Miguel —le dijo inclinando al niño al frente.
—Pasa —dijo rápidamente Ghayeon mirando a todos lados, parecía que esa era una costumbre en Dayrat. Una vez Sara estuvo dentro cerró la puerta con fuerza.
Gahyeon formaba parte del consejo de Dayrat, así que se puso en contacto con personal del Centro, que era el edificio puente, que regia todo lo que sucedía en ambos planetas.
Sara sabía que no viviría mucho tiempo en Dayrat, ya que conocía su estado de salud desde hace unos meses atrás, pero confiaba en que Miguel crecería fuerte y valiente, y que algún día volvería a Aaden para liberarlo de los Oscuros. Era su única esperanza, y la de todo el universo.
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Siluetas
Fiksi RemajaPhoebe es una chica de 17 años, llena de temores, como muchas chicas a su edad. Lo que no creerás es que a pesar de nacer en 2021 se encuentra atrapada en 1975. Intenta recordar los hechos que la llevaron a llegar hasta esa época. Adentrándose por c...