Phoebe
La desesperación se había apoderado de todos. La gran fortaleza, donde habitaba nuestra última esperanza para derrotar al ejército Norshok, había hecho explosión y una gran torre de humo se alzaba sobre ella.
Aquel había sido un atentado, el primero en la comarca, llevado a cabo por un grupo de Oscuros que generaban explosivos de sus costados. Eso, según los reportes que llegaban como ráfagas, una y otra vez por medio de los auriculares mientras sobrevolaban el área.
Matt cerraba los ojos y los abría constantemente, la herida en su estómago había sido muy grave, lo estábamos perdiendo. Sostuve su mano desde que subimos al jeep de vuelta a la Comarca aún estando en el asiento delantero, entre miradas de desaprobación por parte de Kristie.
Faberk, que corría peligro, estaba completamente desprotegida. Sus guerreros no pudieron defenderla.
Me alejé unos metros del auto, observando el crudo paisaje que nos envolvía. Caminé hacia lo que quedaba de una de las torres de vigilancia, donde encontré un brazalete dorado, cuando otro estallido sacudió los árboles, la onda de la explosión nos movió a todos y hasta los que estaba a dentro del jeep, entre ellos a Kristie que salió hecha furia.
—¿Acaso no harán nada por él? —gritó Kristie a todo pulmón.
Corrí hasta el auto; el parche que habían colocado en el estómago de Matt ya estaba lleno de sangre. Su vida estaba en juego y un sanador era lo único que podría salvarlo.
Miré a Ray y él me sostuvo la mirada unos segundos antes de bajarla y tomar la cabeza de Matt para mantenerlo despierto.
—Aguanta un poco más amigo —dijo Ray mientras se alejaba del grupo.
Fue justo en ese momento qué recordé a Max cuando caímos de aquel piso en el bosque. ¿Y si puedo darle un poco de mi don para que cure sus heridas? ¿Cómo fue que lo hice?
Me pongo de pie e intento invocar el don.
Nada.
Solo silencio, a lo lejos los guerreros dándose instrucciones y el crujir de edificios aún ardiendo.
Esta vez me hallo frente a un páramo desolado de lo que fue la Comarca, miles de escombros yacen en todas direcciones, como piezas de un gran rompecabezas, por todas direcciones.Pequeños cráteres creados por las explosiones tenían en su interior restos de cuerpos desmembrados. Pero ninguna señal de alguien o algo que pudiera salvar la vida de Matt.
Solo podía ver una distancia corta por la niebla que había formado el bombardeo. Algunas pocas extructuras permanecían aún de pie, humeantes.
—Phoebe, ya es tarde, Matt se ha ido —me dijo Kristie en un susurro con dolor en sus palabras y su rostro desencajado segundo a segundo mostraba lo peor.
Su agonía era tanta que salió corriendo, alejándose del grupo, sin poder soportar ver el cuerpo sin vida de Matt dejándolo solo con Roth.
Giré con lentitud. Un silencio sepulcral nos devoró mientras Roth se levantaba y colocaba la cabeza de Matt sobre el concreto al mismo tiempo que la corriente de la fuente se llevaba, en diversas líneas, la sangre que brotaba del cuerpo sin vida de nuestro amigo.
Me arrodillé a su lado tomando su cabeza por detrás llenando mis palmas de su sangre tibia. Mi corazón se volvió a quebrar. ¿Qué acaso eso jamás iba a acabar?
La fuente que había en la plaza ahora formaba varios riachuelos que se empozaban varios metros desde donde antes estaba ubicada.
—Ray algunos niños han sido secuestrados —soltó Zenk detrás de mi—. ¿Quieres que armemos un escuadrón para la búsqueda inmediata? Si nos damos prisa podríamos alcanzar a esos miserables.
—¿Y qué hay de los bunkers? —Soltó Ray sin mirarnos. Estaba muy sumergido en sus pensamientos y no nos dejaba saber mucho.
Muchos guerreros jóvenes que aún no iban a la guerra y los hijos de los guerreros, se ocultaron en las Oxber, eran cajas pequeñas, mini bunkers que estaban ubicadas diez metros justo debajo del domo de entrenamiento, cuya entrada estaba situada en el área éste.
—Tenemos que bajar a por ellos —Dijo Ray con prisa a sus hermanos.
—¿Cuantas esferas hay ahí abajo? —pregunté lavando mis manos ensangrentadas en la corriente que dejó la fuente al ser destruida.
—Alrededor de catorce, cada una con espacio para siete tripulantes —soltó Ray mientras bajaba a un pedazo de losa derrumbada inspeccionando entre los escombros.
Me volví a acercar a Matt, y el se movió, aún estaba con nosotros.
—Hey aquí estoy —susurré cerca de él.
Mire a todos lados llamando la atención de Ray.
Roth se había alejado a buscar a Kristie.
La chica lava era un mar de dolor justo en este momento, y no era para menos, pensaba que su amado había partido. Al menos no hasta ahora. Matt intentaba formular palabras pero no le salían.
—Calma —dije mirando a Ray—. No te esfuerces.
Matt hizo un movimiento lento hacia su oído derecho y toco el auricular para todas las frecuencias. Con la esperanza de que Kristie no se lo hubiera quitado. Su respiración era muy suave, le costaba mucho.
—Siempre. Siempre quise decirte lo que sentía —dijo Matt entrecortado y con voz desgarrada—. Kristie siempre fuiste tu la llama que encendía mi corazón. Yo te amo.
Bajando sus brazos Matt soltó un último suspiro para esta vez abandonarnos.
A lo lejos pude escuchar como crujían escombros con pasos apresurados.
Kristie corría a toda prisa para tomar mi lugar y abrazando a Matt rompió en llanto pidiéndole perdón por no decir lo que ella sentía.
Entre lágrimas de dolor me puse de pie al lado de Ray qué estaba paralizado.
M. 🌻
Mientras tanto, el cuerpo de Matt empezó a brillar con una luz azul. Sus cabellos, del mismo color, se elevaron como si una brisa los acariciara. Su piel se volvió transparente y se deshizo en partículas luminosas que se elevaron hacia el cielo.
Matt estaba muerto, pero su alma no. Su alma viajó a través del espacio, atravesando el firmamento, hasta llegar a Dayrat, donde las esferas estaban llegando al planeta.
Allí, su alma se fusionó con la de un pequeño niño que acababa de nacer.
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Siluetas
Teen FictionPhoebe es una chica de 17 años, llena de temores, como muchas chicas a su edad. Lo que no creerás es que a pesar de nacer en 2021 se encuentra atrapada en 1975. Intenta recordar los hechos que la llevaron a llegar hasta esa época. Adentrándose por c...