36. 𝑺𝒊 𝑺𝒕𝒆𝒗𝒆, 𝒔𝒊 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆𝒔

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𝑹𝒖𝒃𝒚

—¿Steve estás seguro que fue el idiota de Jayden? —tengo el teléfono en mis manos, Martín estaba ocupado y dijo que me regresaría la llamada.

—Si, Robin dijo que ella y Vickie escucharon cuando Jayden les contó su gran hazaña a los idiotas del equipo —rueda los ojos.

Conozco a Martín de toda la vida y si tengo que definirlo en una sola palabra sería: bondadoso, Stella y yo algunas veces quisimos corromper sus principios morales pero su firmeza jamás nos dejó hacerlo, será difícil lograr mi plan pero no imposible.

Mientras repaso los pasos de mi venganza nuevas ideas llegan a mí y eso me asusta un poco.

—¿Qué estás pensando pequeña? —Steve pasa su mano frente a mi tratando de sacarme de mis pensamientos.

—Jayden se va a arrepentir —levanto mis hombros, me mira con preocupación, parece que quiere decirme algo pero el teléfono suena.

—¿Martín?, necesito tu ayuda, otra vez —enredo el cable del teléfono en mi dedo índice una y otra vez.

—¿Pasó algo? ¿te sientes bien? —cuestiona alarmado del otro lado del teléfono.

—Todo está bien, pero necesito verte —al terminar la llamada tomo a Steve de las mejillas y le doy un beso, me levanto del sillón y camino hacía la cocina pensar tanto me dió hambre.

Preparo un rico desayuno mientras la cafetera se encarga de hacer mi bebida preferida, Steve me mira con el entrecejo fruncido esperando que le cuente mi plan, su cara me lo pide a gritos.

—Cuenta conmigo pequeña —dice al escuchar mis intenciones, acaricia mi barbilla con su pulgar, sinceramente creí que me llamaría loca pero me gusta poder compartir esta locura.

Le propuse a Steve ir a visitar algunos lugares de la ciudad y aceptó sin ningún problema, en cuánto terminamos de desayunar salimos y tomamos un taxi, la primer parada será el Museo de Arte de Phoenix.

𝑺𝒕𝒆𝒗𝒆

Antes de cruzar la entrada del museo tomo la mano de Ruby para enlazarla a la mía, sonrío mirando al frente y de reojo veo que ella también lo hace.

Me muestra cada uno de los objetos históricos, artísticos y culturales que hay ahí, a decir verdad los museos siempre me han parecido aburridos pero me gusta la manera en que ella disfruta estar aquí.

Llegamos hasta una exposición de fotografías, el rostro de Ruby está iluminado, entrecierra sus ojos para apreciar hasta el detalle más pequeño en cada una de las imágenes.

—Mi más grande sueño es algún día exhibir mis fotografías —suspira.

—Si lo harás pequeña, estoy seguro, y será increíble —pongo mis manos en su cintura acercándola a mi cuerpo.
—Y yo estaré a tu lado cuando lo logres, lo prometo —

Después de visitar el museo nos dirigimos a un parque, al llegar me contó que era su parque favorito, Stella venía con ella todos los fines de semana hasta que cumplió doce años y dejó de tener ese interés.

Encontramos una pequeña heladería, Ruby pidió de sabor chocolate y me entregó uno de vainilla, es lindo que recuerde mi sabor favorito.

𝑴𝒊𝒍 𝑽𝒊𝒅𝒂𝒔 𝑴𝒂𝒔 - 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora