Capitulo 41

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12 años antes:

Aquel sonido ensordecedor provocado por aquella arma de fuego, fue lo único que se pudo oír aún desde fuera de aquel lugar.

Sin embargo, nadie regresó para saber qué pasó con la joven empresaria que se encontraba dentro.

Luz: Maldición... -Musitó con rabia al haber activado el arma y haber fallado en su intento de suicidio- No puedo... No puedo hacerlo... -Sollozaba dolorosamente, tirando el arma a un lado.

La morena se encogió en su lugar, reprimiendo una y otra vez, aquel terrible pensar que se formaba en su mente.

Luz: No puedo... Azura aún es una niña. Y Amity... -Decía entre llanto, regocijandose de dolor al llegar a su mente el fugaz recuerdo de su esposa- No lo haré. No lo haré...

Así, pasaron un par de horas hasta que la empresaria terminara de derramar sus lágrimas y de convencerse a sí misma que todo lo que sucedía era un error, pero uno que se podía correjir.

De repente, su mirada se posó sobre aquel teléfono en el suelo, destrozado y completamente inservible. Lucía arrepentida de lo hecho.

Luz: Tendré que ir hasta allá. -Musitó levemente, levantándose de su asiento y caminando hacia la salida de aquel lugar.

Antes, tener vida era una gran dicha para ella. Ahora, es solo un lento y tortuoso camino que debe seguir a pie y en completa soledad.

Luego de haber caminado por al menos dos horas y media, logró llegar a su destino, Una hermosa casa de color naranja y bellos arbustos decorando el jardín de enfrente.

Luz: Finalmente... -Sonrió mirando la vívienda- Estoy en casa.

Muy lentamente más por el cansancio que por el dolor en sus pies, caminó hasta la entrada de aquella puerta y tocó su timbre con la esperanza de que alguien la recibiera.

-¡Voy! -Exclamó una voz del otro lado.

Al abrirse la puerta, se mostró del otro lado a una encantadora mujer, no parecía ser mucho mayor que la morena, pero sí muy diferente en cuanto aspecto, ya que está tenía su cabello de un color amarillo cenizo y largo hasta los hombros. El color de sus ojos era distinto a los de ella y su tamaño, lo era igual.

-¿Luz? ¿Luz, eres tú? -Le cuestionaba confusa, extendiendo una mano en su dirección y confirmando aquello.

Luz: Así es Vee... -Suspiró- Soy yo.

La joven mujer de inmediato miró a todos lados, percantándose de que nadie las estuviera observando.

Vee: Pasa. -Le dijo y esta no se negó en lo absoluto.

La peli castaña lucía cansada y muy adolorida. Su cuerpo se tambaleaba suavemente mientras se dirigía con un poco de ayuda de aquella muchacha hasta la sala de aquella casona. Se recostó con mucho cuidado en el sofá-cama del lugar y quitó suavemente sus zapatos.

Vee: ¿Te encuentras bien, Luz? ¿Te asaltaron o algo por el estilo?

Negó suavemente con su cabeza.

Vee: ¡Dios! ¡Tus pies están hinchados!

Luz: Esque, caminé desde muy lejos para verte. -Dijo, con una sonrisa en sus labios- Pero, ya estoy aquí... Hermanita.

La joven a su lado, no entendía el significado de aquella sonrisa, pero ciertamente, le transmitía cariño.

Vee: Eres un tonta. -Dijo- ¡Nunca viniste a visitarme! ¡Y ahora, lo haces en un estado Terrible! ¿Por qué?

El rostro del impostorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora