Mientras el grupo de amigos observaba a la pareja reunida nuevamente, decidieron darles un espacio para que pudieran hablar y quizás mejorar su relación. Un silencio incómodo se instaló entre Amelie y Tom, llenando la cocina con una tensión palpable.
–¡Con cuidado!–La castaña apartó su mano al sentir un ardor insoportable.
–No seas llorona, solo es alcohol–Suspiró y agarró su muñeca nuevamente.
Amelie apreció cada detalle del rostro de Tom, mientras el aroma de su colonia masculina envolvía sus sentidos. No podía evitar fijarse en sus labios, aunque luchaba por no ser tan obvia al respecto.
–¿Recuerdas el día que me lastimé el pie? Fue bastante vergonzoso–La chica rió ligeramente, intentando romper la tensión en el aire. Pero al ver el asentimiento de Tom y su expresión fría, no quiso decir nada más.
Recordar era doloroso para el guitarrista. Cada beso, cada abrazó, cada momento intimó se había quedado en un pasado que ya no existía. Amelie se estaba rindiendo, ya que Tom no parecía querer hablar con ella.
Sin decir nada, el chico se levantó y sacó un vaso de la alacena. Por un momento, quiso buscar explicaciones, pero su orgullo era más grande que cualquier otra cosa. Quizás era momento de dejar todo otros y de seguir adelante.
Amelie lo siguió con la mirada, sintiendo cada paso como un eco en su propio pecho. Una punzada aguda se apoderó de ella mientras observaba a Tom alejarse. Jamás estaría lista para los cambios.
Repentinamente, Elizabeth irrumpió en la cocina con su plato vacío en manos, depositándolo bruscamente sobre el fregadero con una expresión inexpresiva. La castaña, alerta a cada gesto y mirada, aprovechó este momento para interrogarla.
Sabía que el grupo escondía algo y estaba decidida a descubrirlo. No era ninguna tonta para notar las miradas que se lanzaban entre ellos desde que llegó, ni la incomodidad que se formaba en el ambiente cuando mencionaba algo relacionado con la banda.
–Sé que algo sucede, Elizabeth. Y quiero que seas tu quien me lo diga–La chica se recargó sobre la pared, esperando una respuesta por parte de su amiga.–¿Nadie piensa decirme nada? Desde que llegué todo se siente tan extraño.
Elizabeth era pésima cuando se trataba de mentir, en especial si tenía que hacerlo con sus amigos. Amelie lo sabía muy bien, y esa fue la principal razón por la que decidió acercarse a ella. La pelirroja no quería hablar, pero tampoco tenía opción.
–Tom se enteró que te fuiste de Berlín esa misma noche...–Elizabeth se encogió de hombros, observando su expresión cargada de sorpresa.–Tuvo una fuerte discusión con la banda después de recibir la noticia. Digamos que las cosas entre ellos cambiaron... demasiado.
Amelie comenzó a comprender por qué Tom se distanciaba, por qué la comunicación era diferente, y por qué sentía esa lejanía. Y entonces, la culpa apareció. ¿Cómo podía ser posible que una pequeña decisión hubiera destruido su alrededor?.
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𝐔𝐧𝐚 𝐬𝐨𝐥𝐚 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢ó𝐧; 𝐓𝐨𝐦 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 (EDITING)
Romance𝐀𝐦𝐞𝐥𝐢𝐞 𝐃𝐚𝐞𝐧𝐳𝐞𝐫, una joven que vive en Berlín desde sus 9 años encuentra la oportunidad ideal para trabajar con una de las marcas más importantes del momento, sin imaginar que se cruzara con un amor del pasado. 𝐓𝐨𝐦 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳, dec...