53. Error, guitarrista herido

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La luz del sol entró directamente a mi rostro, lo que me hizo despertar casi al segundo

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La luz del sol entró directamente a mi rostro, lo que me hizo despertar casi al segundo. El dolor de cabeza fue lo primero que sentí. Mi corazón estaba más acelerado de lo normal, por lo que supuse que se trataba de la droga. Observé la habitación en la que estaba para después volver a cerrar los ojos. Me percaté de que estaba desnuda, cubierta por la sábana blanca, lo que me hizo sentarme en la cama inmediatamente. ¿Qué había pasado?

Traté de recordar algo, pero nada llegaba a mi cabeza. Había tomado demasiado de eso, estaba segura.

-Buenos días.-Ryan se acercó con dos tazas de café para luego darme una.

Ya estaba entendiendo por qué me encontraba sin ropa. No lo quise mirar, sentía pena.

–¿Qué sucedió anoche?...–Me atreví a preguntar, tomando la taza.

-Estabas demasiado ebria y drogada....te levantaste de donde estábamos todos y comenzaste a caminar sola asi que fui detrás de ti.-Llevo la bebida a su boca.-Una cosa llego a la otra y terminamos teniendo relaciones.-Desvio su mirada algo avergonzado.

Al escuchar como lo confirmaba, mis mejillas se sintieran calientes. Sabía que Ryan no me atraía de esa manera y ahora con esa situación podría pensar que lo estaba correspondiendo después de tanto tiempo.

–Ryan…–Fui interrumpida antes de continuar.

-Esta bien Amelie,me detuve en el momento que dijiste su nombre.-Suspiro para nada contento.
-Ambos estábamos borrachos y yo no tuve que acostarme contigo viendo el estado en el que estabas porque yo estaba más consciente.

–No quiero que confundas esto… jamás ha sido mi intención ilusionarte y lo sabes–cubrí mi pecho desnudo con la sabana, dejando la taza de café en la mesita de noche mientras Ryan se sentaba frente a mí, sonriendo como de costumbre.

–Sé que tu corazón le pertenece, siempre ha sido así… aunque sea un idiota y no me caiga para nada bien, tengo que aceptarlo. Jamás seré Tom.

–Odio que seas tan bueno...

Rió levemente ante el comentario, tomando mi mano.–Si es el indicado para ti, te buscará..

Esperaba que eso fuera a pasar, por más imposible que sonara. Ryan salió de la habitación para dejar que me vistiera pocos minutos después. Pude notar como había una bolsa de compras junto al café y sin dudarlo, la tomé.

Sonreí al instante cuando vi el precioso conjunto en el interior. Decidí darme una ducha para quitarme la arena que sentía en cada parte de mi cuerpo, y una vez saliendo del baño me apuré a vestirme y maquillarme con los pocos productos que tenía en mi bolsa: máscara de pestañas, gloss y polvos. Traté de desenredar mi cabello con mis dedos, dejándolo suelto para que se secara.

Al terminar, salí de la habitación dispuesta a comprar unas pastillas para el gran dolor de cabeza que tenía. Ryan, al parecer, no estaba en la casa, por lo que dejé las llaves debajo del tapete de la entrada y comencé a caminar descalza por la arena hasta que salí de esa zona.

𝐔𝐧𝐚 𝐬𝐨𝐥𝐚 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢ó𝐧; 𝐓𝐨𝐦 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 (EDITING)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora