07. Castañas, no rubias

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La pareja se encontraba observando la ciudad desde aquel mirador

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La pareja se encontraba observando la ciudad desde aquel mirador. Tom no desvio su vista de la castaña en ningún momento, le gustaba apreciar sus lunares casi invisibles, sus pestañas tupidas y el color rosado de sus labios.

–Toma, te regreso tu sudadera–Amelie extendio su mano con una sonrisa apenada, a lo que él nego con la cabeza.

–Hace frío, es tuya–Llevó uno de sus mechones a la parte trasera de su oreja.

–¿Qué hay de tí?....

-Parecías un pollito temblando del frío, así que úsala no quiero ser el responsable de que te enfermes,yo estoy bien.-Cruzo los brazos.

La menor asistió mientras se colocaba la sudadera, la cual desprendía un intenso olor a fragancia masculina. A los pocos segundos, se sumergieron en un silencio agradable, únicamente interrumpido por el canto de los grillos.

Amelie se sentía en paz, al igual que Tom. Ninguno había tenido la oportunidad de relajarse, no desde que inició el contrato con Vogue.

–Eres demasiado pequeña...–Rió ligeramente el de rastas al ver su sudadera puesta en ella. Aunque eso no quitaba que luciera linda.

–No es mi culpa que el dueño tenga el extraño fetiche de comprar ropa XL–Rodó los ojos.–¿Tratas copiarle a Eminem?.

–No es mi culpa que la mujercita vaya a una fiesta sin suéter–Ladeo su cabeza.–Y no, ese rapero se copio de mi estilo. Existen muchos niveles, pero solo un Tom Kaulitz.

El tono presumido que se formó en su voz provoco las carcajadas de la castaña. Amelie sabía que el guitarrista era egocéntrico, no solo por ver sus respuestas en las entrevistas, o por la manera en la que observaba a otros chicos.

La pareja comenzó a caminar por la acera, sin dejar de mirar el cielo estrellado. El sonido de las hojas en la distancia causaba un efecto tranquilizador. Tom agradecía que el lugar estuviera desolado porque de esa manera, evitarían a los paparazzis y fans.

–Lamento por haberte incomodado hace rato...–El mayor rompió el silencio.–Ya sabes...

–¿Incomodarme? ¿por qué? sí me gusta estar aquí, contigo–Sonrió notablemente.–Gracias por traerme a este lugar...podría convertirse en mi favorito.

El sonido de los estruendos en la lejanía robo la atención de la chica, quien soltó los tacones y comenzó a correr sin importarle que anduviera descalza.

–¿¡A donde vas!?–Gritó el guitarrista antes de seguirla.

–¡¡Apresúrate, así podremos ver los fuegos artificiales!!.

Amelie se detuvo frente al gran espectáculo, y cruzó miradas tímidas con Tom. Sus corazones latian al unísono mientras intentaban contenter sus fuertes deseos. Aquella escena era digna de un primer beso.

𝐔𝐧𝐚 𝐬𝐨𝐥𝐚 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢ó𝐧; 𝐓𝐨𝐦 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 (EDITING)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora