29. Mis latidos dirigidos únicamente para tí

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La castaña entreabrio los ojos entre bostezos, no recordaba en qué momento fue que se quedó dormida

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La castaña entreabrio los ojos entre bostezos, no recordaba en qué momento fue que se quedó dormida. Tom aún no despertaba, su respiración era tranquila y su rostro se mostraba sereno. El cuerpo de Amelie se estremecío al ver sus brazos marcados.

Levantó la mirada a sus rastas atadas, casi nunca tenía la oportunidad de verlo sin accesorios que cubrieran su cabeza y frente.

Depósito un beso casto en su mejilla antes de colocarse de pie, sin querer hacer ruido. Rápidamente, busco su ropa interior por la habitación.

Mientras subía sus pantalones, observó su silueta en el espejo de cuerpo completo. No le gustaba nada que viniera de ella, la disformia corporal ya era algo cotidiano en su vida diaria.

–¿Dormiste bien?–El pelinegro se encontraba en la sala, bebiendo una taza de café con tranquilidad.

–Bastante...–Sonrió con picardía, sentándose a su lado.

–Tom debe de estar demasiado cansado, seguramente despierte hasta mañana–Suspiro pesadamente.–Fue el único que no durmió durante el vuelo... digamos que estaba nervioso por volver a verte.

–¿En serio?–Sus ojos se entristecieron.–Debió de llegar demasiado estresado, seguramente lo del aeropuerto terminó de arruinar sus ánimos...

–Los medios siempre han sido un caos total...–Recargó su cabeza sobre el hombro de ella.

–Hablé sobre el tema con Tom, solo espero que la gente olvide lo que sucedió entre Marcus y yo...

–Lo olvidarán, siempre lo hacen. El mundo del espectáculo busca nuevas controversias cada semana.

No siempre......

El par de jóvenes estuvo platicando sobre los acontecimientos de su vida, hasta que Bill cayó en un profundo sueño. Parecía ser que el café no había ayudado en mucho.

La menor cubrió el cuerpo del pelinegro, y apago la luz en completo silencio. Unos golpes en la puerta robaron su atención a los pocos segundos.

–Amelie, me alegra encontrarte aquí.–Se trataba del manager.–Samantha quiere verte, no me dijo exactamente para que, pero supongo que debe de ser para hablar sobre Mila.

Un escalofrío recorrio su columna, sabía que la rubia no sería el tema de conversación, no cuando existían motivos más importantes que discutir.

–Su habitación se encuentra en el piso de abajo, pasillo derecho, habitación 303–Tomó su hombro, con los labios ligeramente curvados.–Me tengo que ir, los asuntos de la banda aún no terminan para mí.

–Muchas gracias por notificarme, David. Cuídate...

Amelie se recargó sobre la puerta, debia de tomar una decisión, una que marcaría el rumbo de su vida por segunda vez.

𝐔𝐧𝐚 𝐬𝐨𝐥𝐚 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢ó𝐧; 𝐓𝐨𝐦 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 (EDITING)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora