Shi, la Vidente Taciturna

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Todo habitante de Jonia puede proclamar que sus tierras eran un paraíso antes de que estallase la guerra traída por la Invasión Noxiana

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Todo habitante de Jonia puede proclamar que sus tierras eran un paraíso antes de que estallase la guerra traída por la Invasión Noxiana. Antes de eso todos eran felices, y salvo algún que otro ser espiritual o desquiciado extranjero, ninguna semilla de maldad podía llegar a crecer en tal hermosa región. Esa, claramente, no fue la realidad de Shi.

Shi nació en el seno de una familia vinculada a las creencias Kinkou, que desde hace dos generaciones habían ejercido como maestros en tal orden. Con esta mentalidad sus padres tenían claro que ella tendría ese mismo destino, ser entrenada hasta el punto de ser una maestra para los otros estudiantes, aunque no tuvieron algo en mente y es que a medida que crecía, Shi no encajaba dentro de sus expectativas. 

Sin mencionar el futuro que ansiaban para ella, sus padres siempre la animaban a esforzarse más y más, señalándole cada error que cometía. A menudo solían victimizarse o entristecerse cuando su hija no cumplía con lo que esperaban de ella. Y es que la joven incluso tardó mucho más en desarrollar un don que sus padres poseían: la Clarividencia. Entre los practicantes de magia podía darse, y en su familia siempre había sido heredado. Una clarividencia que por alguna razón no funcionaba con hechos vinculados a su propia sangre. Y en cuanto al resto de sus acciones... eran dispares...

A Shi le gustaba mucho celebrar la ceremonia del té, algo que sus padres veían como una perdida de tiempo. Ella debía leer las aguas. A la joven le agradaba tratar con los aprendices más jóvenes y tener conversaciones alejadas de las enseñanzas, mientras que sus padres insistían en que entrenase sola o con sus mayores, y siempre algo útil. Shi encontró fascinantes las armas, sobretodo las armas blancas, pero nunca pudo entrenar su arte en ellas debido a que debía ser una hechicera. Desde joven mostró tener bastante creatividad con las temperas, pero eso no servía... si no sabía utilizar la magia...

Su magia se había manifestado, pero no podía moldearla tal y como sus padres querían. Día tras día, año tras año recibía la presión de sus maestros, padres y muchos otros internos. Llegados a un punto residía en un lado del templo, casi sin relacionarse con los demás y siendo visitado ocasionalmente pro Kusho para ver sus avances. Una noche, escaqueándose para tomar el aire en el techo es que vio al joven Usan, el futuro Ojo del Crepúsculo, pero... a pesar de que ese debía ser su destino, Shi no pareció ver eso en él...

Su forma de hablar, de marcharse en mitad de la noche, su mirada. Shi no tuvo una visión al uso, pero podía ver algo en él que no encajaba. Una noche el joven fue a visitarla, disuadiéndola de que no contase sobre cómo quebrantó el toque de queda, y por primera vez en su vida, Shi escuchó cómo alguien le pedía consejo. Usan denotaba caos, disrupción, violencia... y lo que Shi le dijo no pudo ser más acertado, pues él podía seguir su propio camino... pero no siendo un Kinkou... Usan se marchó dos noches después...

En los meses posteriores el caos llegó al templo en mitad de una noche, con la Orden de las Sombras atacando el recinto. Usan, ahora conocido como Zed, se había apropiado del poder de las sombras para llevar acabo un nuevo orden. Los padres de Shi estaban alarmados por lo ocurrido, preguntándose qué hacer y por qué no pudieron verlo en sus visiones. Y fue ahí, cuando Shi entró en contacto con las sombras, que por primera y única vez tuvo una visión, una de su familia. En lo que para ella parecieron largos minutos pudo ver el trato de sus padres, el cómo nunca la llegaron a apreciar, cómo solo buscaban de ella un título, cómo rara vez se preocuparon por ella... bajo su punto de vista ellos no la amaban, solo la utilizaban...

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