Ophelia, la Aristócrata Carmesí

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En el gran imperio noxiano, repleto de nombres y apellidos que podrían destruir a los mundanos ciudadanos de este, es que existió un clan único como ninguno

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En el gran imperio noxiano, repleto de nombres y apellidos que podrían destruir a los mundanos ciudadanos de este, es que existió un clan único como ninguno. La casa Noradi. Quizás no surgieron como la más poderosa, pero poco a poco fue creciendo dentro de la nueva Noxus que Jericho Swain había traído al pueblo. Muchos nobles cayeron, otros se lazaron, y la principal cabeza de la casa Noradi (Faris Noradi) supo sacar provecho de esto. Entre sombras agenció su pequeña porción de poder dentro del imperio.

De una de las muchas manipulaciones es que Faris daría luz a una niña, una chica de pelo plateado a la que pondría el nombre de Ophelia. Aunque lo más correcto sería decir que fue su marido quien se lo puso. El casamiento de Faris era pura fachada, bajo engaños de ser una mujer llena de amor engañó a un hombre adinerado para que se casara con ella. Esto fortaleció enormemente el capital de su casa, así como agenciar más su puesto en el poder. Y en la pequeña Ophelia vio la oportunidad de crear desde cero a una heredera perfecta, con los instintos de una víbora, la sed de un murciélago y la inteligencia de las arañas.

Pero a veces la vida da muchas sorpresas. Desde muy pequeña Ophelia creció en un ambiente bastante inhóspito. Su madre únicamente le daba enseñanzas muy crudas sobre la vida, desde muy joven ya le intentaba implantar las ideas sobre dominar y tener poder, ser siempre alguien regía, fría y calculadora. No podía estar gorda, no podía permitirse ser fea, debía de estudiar cada día, hacerse pruebas médicas, tener clases de etiquetas. A los trece años su madre le revelaría uno de sus mayores secretos, pues ella había sido enseñada por el ocultista Vladimir en el temible arte de la hemomancia, y ahora Ophelia sería la siguiente en aprender ese arte que tan pocos eran capaces de comprender y dominar.

Y todo esto acabó siendo algo contraproducente. Faris actuaba como una matrona o una jefa, superiora, pero no como una madre. Cuando Ophelia regresaba a casa quien le brindaba una sonrisa era su padre. Aquel que se acordaba siempre de sus cumpleaños, el que le leyó cuentos durante su infancia, le enseñó a relajarse durante su primer baile en las altas esferas sociales, fue su confidente y le brindó su cariño. Debido al trato de Faris era común que la joven Ophelia reaccionara exteriormente con amargura o frialdad, pero pese a esto era imposible negar que durante mucho tiempo su padre fue el único a su lado.

Pero la tristeza la golpearía cuando una enfermedad azotó a su padre. El cuerpo de su padre era algo enfermizo, y ningún médico que pudiese pagar encontraba una cura. Ophelia incluso rogó a su madre que preguntase a Vladimir si existía una forma de salvarlo, pero su madre simplemente le dijo con frialdad que no perdería el tiempo por alguien como él. Esto quebró definitivamente la relación que Ophelia tenía con su madre, ya que anterior a esto era consciente de sus malas aptitudes, pero pensaba que lo hacía por el futuro de su familia. Cuando su padre yacía en su lecho fue la primera vez que lloró delante de él, lamentándose haber sido una hija tan desagradecida con él. Su padre, aún con una sonrisa, le explicó cuál era su perspectiva de la vida.

La vida es efímera, Ophelia, es casi un parpadeo... por eso las personas debemos de aprovecharla, o en todo caso apreciarla... mi vida tal vez no es comparable a la de una leyenda... pero tuve una maravillosa hija a mi lado, y eso me hizo muy feliz... el único consejo que puedo darte es... no olvides vivir... 

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