Abrumado por la fama, Joseph Quinn, quien dio vida al entrañable Eddie Munson en Stranger Things, vuelve a su barrio de la infancia en su querido Londres, lugar en el cual, viven sus mejores amigos, que de una u otra forma, lo llevan a meterse en en...
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Narra Sloane:
El tan odiado lunes llegó, estaba en la escuela, y estaba ya muy nerviosa, debía ir a casa de Joseph, porque era mi deber con Adam, con él no había hablado desde el viernes, sentía mucha vergüenza por todo lo que había pasado, intenté besarlo y fracasé, y aquello me generaba lástima. Un chico como él no se fijaría en mí, y tampoco me gustaba, pero sentí la necesidad de besarlo, porque era evidente que existía algún tipo de tensión entre nosotros.
Tenía libre el horario de almuerzo, no tenía planeada una junta con Ellie, y menos con Joseph. Revisé mi teléfono móvil y tenía mensajes de Chris, me daba lástima que me hablara tanto, porque realmente no sabía si me interesaba hablar con él, yo sabía que Chris sólo me buscaba por intenciones amorosas, y yo no estaba dispuesta a avanzar más allá.
Chris: ¿Qué harás en tu horario de almuerzo?
Sloane: Nada, creo que comeré acá en la escuela.
Chris: Puedo pasar a buscarte, sería bueno hablar. Te extraño y me gustaría aclarar algunas cosas contigo.
Sloane: Sólo tengo una hora de almuerzo, en serio, no cuento con mucho tiempo.
Chris: Estoy allá en cinco minutos, nos vemos.
Puse la pantalla en negro, maldije, Chris no es de quedarse de brazos cruzados, siempre tiene algo que decir, no tenía remedio más que esperarlo y ver con qué palabrería podría llegar.Saqué mi carpeta con mil pruebas para corregir, a veces me aburría la vida de maestra, pero estaba bastante conforme con mi trabajo. Salí de la escuela y caminé hacia un paradero, donde a los minutos divisé el carro de Christopher, y caminé en su dirección. Él me sonreía como si se tratara de un galán, Chris era muy guapo, pero ya no sentía mariposas en el estómago cuando estaba con él, ya no tenía ganas de perderme en su mirada azul, y sólo tenía espacio para pensar en lo idiota que había sido con Joseph, porque de seguro jamás querría acercarse a mí y eso me generaba mil emociones, que de positivo nada tenían.
— Hola— me senté en el auto y él se acercó, quería besar mis labios, pero yo lo paré en seco— No vuelvas a hacer eso, recuerda que ya no estamos juntos— El retrocedió con pena, como si realmente le afectara nuestra separación. Sé que está mejor solo.
— Perdón Sloane— miró al volante— ¿Dónde quieres ir?
— Al lugar que esté más cerca, sólo tengo una hora— suspiré—Si estoy acá, es sólo porque ya has insistido demasiado.
— ¿A qué hora sales? — preguntó mientras conducía al lugar más cercano.
— A las siete— respondí cortante.
— ¿A las siete? Creí que salías más temprano ¿Te han cambiado el horario?— preguntó con cierta ironía.
— Pues tomé unas horas extras, doy clases particulares de ciencias— respondí un poco nerviosa, porque no tenía ganas de confesar que por temas laborales me la pasaba en casa de Joseph.
