Abrumado por la fama, Joseph Quinn, quien dio vida al entrañable Eddie Munson en Stranger Things, vuelve a su barrio de la infancia en su querido Londres, lugar en el cual, viven sus mejores amigos, que de una u otra forma, lo llevan a meterse en en...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Narra Sloane:
Sostenía mi teléfono móvil entre lágrimas, estaba encerrada en mi habitación, lloraba en silencio, detrás de una silla que tenía desde la infancia. Ni las paredes rosa pastel de mi habitación me podían dar ánimos para poder procesar todo lo que estaba viviendo. Vi imágenes de Joseph y Brionny besándose libremente por las calles de Londres, si a él no le importaba que el resto lo viera con una chica por el pueblo, entonces lo de él era real y yo ya no formaba parte de su mundo, en el cual sentía que encajaba muy bien, porque sólo éramos nosotros. Eran tres imágenes que publicaba un portal de farándula. La farándula para mí nunca fue demasiado importante, nunca visitaba esos portales de noticias, esos mismos que anunciaron el quiebre de Joseph y Samantha, ahora publicaban fotos de él y una chica de Londres, que podría ser su nuevo amor.
En tiempos pasados no me hubiera importado quien era Joseph Quinn, no lo conocía, no era fan del terror, no era fan de Stranger Things, no tenía por qué conocer a Eddie Munson, no sabía por qué me importaba tanto Joseph; No había dejado de pensar ni un segundo en él, no había dejado de pensar que quizás no sólo me gustaba mucho, sino que quizás ya estaba muy enamorada de él, me resistía a pensar así. Joseph era un extraño, un desconocido, que se ganó mi cariño de a poco, y me enamoró, me hizo despojar todo ese amor por Chris, y ahora él estaba con otra chica, lo que me daba a entender que él estaba feliz, y yo no, que yo lo quise, pero él no lo suficiente.
Sequé mis lágrimas y tomé mis bolsos, era hora de volver a Londres, el matrimonio de mi amiga sería en dos días más.
— ¿Estás lista?— Chris golpeaba tras la puerta de mi habitación.
— Ya salgo— me miré por última vez al espejo, mis ojos se veían más claros por el rojo que los adornaba, se veían casi radioactivos de tanto llorar. Abrí la puerta, Chris me estaba esperando afuera con una gran sonrisa, él tomó mi mano y me zafé de su tacto, podría diferenciar mi dolor por lo de Joseph, y el hecho de que Chris y yo no volveríamos a estar juntos.
— ¿Estás bien?— Tocó mi mejilla.
No, no lo estaba.
— Sí—tragué saliva— ¿Estás lista?— tomó mi mano, insistiendo nuevamente, me sentí tan mal por aquello, era estúpido casi, era algo inconsecuente de mi parte, pero ahí estaba yo, otra vez intentando tapar mis reales sentimientos. Él tomó mi maleta y la arrastró hasta bajarla cuidadosamente por las escaleras que nos conducían al primer piso.
— Adiós madre—hablé entre el abrazo. Papá me miraba con reproche, sabía que él no era partidario de que me fuera nuevamente a Londres con Chris, es más, tampoco quería que él se quedara en casa fingiendo compañía en sus viajes eternos, sintiéndose indispensable en mi vida.
— Te extrañaré mucho— mamá besó mi frente.
—Yo más, no sabes lo feliz que me hizo estar acá un tiempo— tomé sus manos y miré a papá— Te quiero papá, espero venir a verlos pronto.
