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Narra Joseph:

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Narra Joseph:

Todo mi almuerzo se basó en miradas a escondidas con Sloane, ella sabía que algo extraño pasaba, porque evidentemente no era el Joseph que había conocido hacía dos días atrás, y la entendía, pero en mi condición de mentiroso, no podía ofrecerle ni mi amistad.

— ¿Te pasa algo Joe?— mamá me mira preocupada, seguramente se podía notar en mí, aquella  cara de incomodidad.

— ¿Qué? — pregunté nervioso.

— Que si te pasa algo, has estado raro desde que saludaste a esa chica— mamá me miró extraño.

— No, es sólo que recordé una cosa que me faltó hacer en Los Angeles, pero creo que lo puedo solucionar dentro de la semana— intenté convencer a mi mamá con esa estúpida respuesta — ¿te han gustado las patatas? — intenté cambiar de tema preguntándole a mi sobrino sobre su comida.

— Sólo son patatas fritas, no tienen ninguna ciencia— volvió a responder en ese mismo tono y sólo atiné a tragar saliva. Me sentía incluso más pequeño que mi propio sobrino.

— Genial— dije en voz baja.

— ¿Qué te ha parecido estar con tu tío? — preguntó mamá intentando acercarnos más.

— Pues ya tengo catorce y sólo me ha visto tres veces. No creo que la palabra tío sea la correcta— respondió incluso triste, aquello me generaba dolor, porque sabía que estaba sufriendo y que antes también lo hizo, pero yo no pude hacer demasiado por él, o, mejor dicho, no intenté hacer algo por él— Y bueno, parece un sujeto agradable— le echó más ketchup a sus patatas.

— Gracias Adam— me limité a decir, avergonzado.

— ¿Y por qué decidiste venir a ver a la abu?— mi propio sobrino me sacó de mis pensamientos.

— Sólo quería un descanso del trabajo— suspiré y lo miré.

— ¿En qué trabajas? — preguntó de forma inocente.

— Soy actor— respondí en silencio, porque no quería alarmar a las personas que allí estaban.

— Ah, de veras que trabajas en esa serie de terror  de los niñitos que andan en bicicleta, donde eras el marihuanero greñudo que toca Master of Puppets. Mis compañeras de clase, estaban locas por Eddie.  Asumo además que por eso traes esas gafas, porque no quieres que las personas sepan que estás acá— Adam era bastante maduro para su edad, hablaba sin tapujos y eso me parecía interesante.

— Gracias por hacérmelo notar— reí bajo y me puse colorado. Los minutos iban pasando y a pesar de que Adam no cedía de forma fácil, con el pasar de los minutos sí se podía conversar un poco más a fondo con él, cosa que al menos me relajaba un poco, incluso me había olvidado de la presencia de Sloane en aquel lugar, hasta que escuché su voz cerca mío, más cerca de lo que dictaba mi moral, pero más lejos de lo que realmente necesitaba.

please don't say you love me ✨ Joseph QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora