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Narra Sloane:

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Narra Sloane:

Eran las una de la mañana, estábamos los dos solos, bebiendo vino mientras veíamos el fuego de la chimenea arder. Joseph y yo sosteníamos una copa, mi cabeza descansaba en su hombro y nuestros pies jugaban a enredarse.

— ¿Te quedarás esta noche? — preguntó— Sé que me dijiste que sí, pero me pongo muy ansioso.

— Si me dejas una pieza, aunque sea el sótano— los dos reímos.

— No podría dejarte dormir sola en una noche tan fría como esta— me miró— Asumo que ni trajiste ropa para dormir.

— Pues eres buen adivino—me sonrojé.

— Iré por un hoodie y un pantalón. Ojalá te quede alguno de mis pantalones de pijama— Joseph subió y yo lo acompañé hasta su cuarto. Él buscó ropa en su clóset, me senté en su cama, y esperé a que me extienda algo de ropa. Bajamos a los minutos, ambos con pijama y con dos mantas, para poder seguir bebiendo sin pasar frío.

— Creo que no puedo sentirme más cómoda en este momento— esbocé una sonrisa y Joseph hizo lo mismo. Caminamos hasta el mismo lugar y nos sentamos en el sillón, con nuestras respectivas copas, me echo más vino, y yo daba tragos más largos.

— Te queda bien esa sudadera, a mí ya me quedó ajustada—  tomó mi mano— Puedes quedarte con ella.

— Oye...

— ¿Qué pasó?— Joseph me miró inexpresivo.

— Ha sido de las mejores noches de mi vida— le sonreí y él me tomó de la mano, llevándome hacia él. Dejé mi copa de vino en el piso, para evitar derramarlo sobre él, Joseph hizo lo mismo. Quedé sentada sobre su cintura, en su sillón, frente al fuego ardiente de la chimenea. Nos miramos unos segundos, sin hablar nada de nada, hasta que me acerqué a besarlo. Cubrió mi espalda con la manta, mientras no podíamos despegar nuestros labios, las manos grandes de Joe acariciaban mis piernas.

De pronto, todo comenzó a volverse un poco más intenso, los besos se hicieron más demandantes, comenzó a subir sus manos por debajo de mi playera, entre medio de risitas, y yo no oponía resistencia, la verdad no me importaba el hecho de que Joseph tuviera contacto con mi piel, él podía poseer mi cuerpo, y yo autorizaba aquello. Me quité la culpa, porque no hacía nada malo, era una mujer libre y él también, no había pecado en nuestro actuar. Comencé a acomodarme sobre él, con miedo de pasarlo a llevar, no sabía si realmente Joseph quería seguir aquello, porque la noche anterior ya habíamos tenido ''esa'' conversación, y la verdad es que estaba confundida sobre los pasos a seguir. Me dio algunas señales de que sí estaba en la misma sintonía que yo, aunque sin palabras, pero yo conocía su mirada. Sus manos comenzaron a levantar su propia playera, que abrigaba mi cuerpo, estábamos en su sala de estar, y quizás ese momento estaba convirtiéndose en algo demasiado fogoso como para terminar aquello en un ambiente de común reunión familiar.

please don't say you love me ✨ Joseph QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora