[Presente]
Me moví incomodo sobre el asiento del autobus, las heridas me escocian con si alguien les hubiera echado sal, reteniendo las lágrimas me puse de pie y colgué mi mochila en mi hombro. El dolor me atravesó como una daga cuando la mochila toco mi espalda, sisée tomando un bocanda de aire.
Camine por el estacionamiento del instituto con la mirada en el suelo y un ritmo continuó, intentando evitar el movimiento de la mochila. Jalé un poco más mi camisa, cubriendo mis manos por completo. Tenía ganas de llorar, pero las lágrimas de nada servian, mis tíos me lo habían enseñado hace mucho.
Abrí mis casillero, arrojando la mochila dentro y sacando mis libros para llevarlos en la mano. Preferia eso a estar cargando con la mochila todo el maldito día.
— Hey, Zayn. — Me voltee encontrandome con la mirada de mi único amigo, Niall. — ¿Llegando tarde, amigo?
— Algo así. — Dije nervioso, me pasé una mano por el cabello recordando tarde las heridas en mis palmas. Hice una mueca.
— ¿Que te sucede? — Niall avanzó hacia mi con expresión preocupada.
— Nada, solo me queme las manos mientras cocinaba. — Mentí. La verdad era que mi tío me habia quemado las palmas con un puro por haber tomado una manzana sin permiso, pero no podia explicarle algo como eso al rubio. Se habría vuelto loco.
— ¿Las dos manos?
— Si, sabes que soy algo torpe. — Por su cara de incredulidad supe que no se lo habia creido, de igual manera no comentó nada sobre ello. — ¿No se supone que debes estar en clases?
— ¿No se supone que tú debes estar en clases?
— Touché.
Él solo rió antes de cerrar mi casillero detrás de mi.
— ¿No llevarás tu mochila? — Pregunto extrañado, negué con la cabeza.
— Se me rompió de camino aquí. — Me encogí de hombros. — Luego la arreglaré.
— Bien, vamos.
Iba tan distraido ordenando mis libros para que no tocaran mis palmas que no me di cuenta y choque contra una pared o eso creia. Fuertes brazos me atraparon por la cintura y un gemido de dolor se hizo paso entre mis labios. En una acto inconsciente me apegue al cuerpo delante de mí, intentando alejarme de la mano que se mantenia en mi espalda.
— Pero mira lo que atrapó el lobo. — Un voz burlona que reconocí como la de Josh Devine, se rió detrás de mí. — Parece que tienes un imán para los chicos sexys, Liam.
Mis ojos se abrieron y me separe del chico de un salto, lamentando el movimiento brusco en el momento que su mano choco contra mi espalda.
Liam Payne, el capitan del equipo de Soccer de la escuela, me observaba con una expresión extraña. Ojos de un color dulce como la miel, piel bronceada y cabello castaño con vetas de oro complementados con el cuerpo de un maldito dios del sexo hacian del Liam el chico más codiciado del instituto. Tanto chicas como chicos se habian arrastrado detrás de él en el momento que puso un pie dentro del edificio. Me hubiera gustado decir que yo no era uno de ellos, pero estaba tan perdido por esos ojos como la mayoria del cuerpo estudiantil.
— Lo siento, venia distraido. — Murmure con la mirada en el suelo, rezando interiormente para que la tierra se abriera y me tragara.
— Oh, pero tú cada día te vuelves más adorable. — Levante la mirada al reconocer la voz de Perrie Edwards, una de las pocas chicas que solía hablarme.
— Hola, Pezza. — Sonreí apenado, ella soltó una risita.
— Hola, Zaynie. — Pellizco una de mis mejillas suavemente. — ¿Que haces fuera de clases?
— ¡ZAYN! — Salte ante el grito de Niall desde el otro lado del pasillo. — ¡Mueve el culo, que vamos tarde!
Rodee los ojos ante la cara de frustración del rubio, podia decirse que Niall era algo bipolar y sobreprotector, más que nada conmigo.
— Mejor me voy. Adios, Pezza. — Pase a su lado dandole una sonrisa antes de mirar a Liam sin borrar la sombra de la misma de mi rostro. — En verdad siento haber chocado contigo, venia distraido.
Liam solo me observo, sin decir nada. Sus labios estaban entre abiertos mirandome fijamente, no sé siquiera si respiraba. Perrie se adelantó hacia nosotros rodando los ojos hacia el castaño antes de mirame.
— Estoy segura de que si Liam no estuviera en shock, te diria que no fue nada. — Fruncí el ceño hacia ella, pero eso solo hizo su sonrisa más grande. Dandome un leve empujoncito me incito a seguir mi camino. — Ve a clases, dulzura. No queremos que llegues tarde.
— Adiós. — Susurre al resto, acelerando mi paso hacia el rubio que golpeaba su pie contra el suelo con expresión de frustración.
— Ya era hora. — Murmuro tomando mi brazo y jalandome hacia el salón. Rodee lo ojos siguiendo sus pasos.