Capitulo 23.

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Parpadeé hacia Liam, intentando encontrarle sentido a sus palabras. ¿El chico acababa de pedirme...? ¿Acaso estaba loco? Mis tíos no me dejarían ir, a pesar de sus castigos y constantes insultos, ellos parecían renuentes a dejarme salír de la casa. Aunque eso hubiera considerado un alivio para todos, no me permitían mudarme.

—Lo siento. —Musite.— ¿Que dijiste?

—Te pregunte si quieres mudarte conmigo. —Repitió.— ¿Quieres venirte a vivir aquí conmigo, pequeño ángel?

—No puedo. —Negué mientras dejaba el vaso de jugo de naranja sobre la mesa.— Mis tíos no van a dejar que me mude.

—Entonces, ¿si quieres?

—Por supuesto. —Asentí.— Me siento seguro contigo, me gusta la paz que tengo cuando estoy aquí.

—Y yo que pensaba que te mudabas por mi. —Lo miré con los ojos bien abiertos, él simplemente sonrió.— Será fantastico tenerte aquí, bebé.

—¿No me escuchaste? Mis tíos no me dejaran irme.

—Sobre eso... —Empujó la silla hacia atrás, acomodandola hasta estar frente a mi.— Hable con tus padres, Zayn.

—¿M—mis padres? —Susurré olvidando la comida para concentrarme en su rostro.— ¿Ámbos?

—Si, tu madre estaba esperando frente al hospital cuando fuimos por el auto de Andrew. —Explico.— Te vio mientras dormias.

—¿Que dijo? —La imagen de Liam comenzó a hacerse borrosa por culpa de las lágrimas, cerrando los ojos con fuerza me obligue a tomar una respiración, no iba a llorar por esto otra vez.— ¿Ella se acerco a mi?

—Si, bebé. —Acarició mi mejilla con la palma de su mano.— Ella acarició tu cabello y dijo que eras un joven hermoso.

—¿Ella dijo...? —Tragué el nudo en mi garganta.— ¿Ella te explico porqué...?

—No, ángel, ella no me dijo mucho. —Tiró de mi a su regazo cuando las lágrimas comenzarón a correr sin control por mis mejillas.— Hay más en esa historia de lo que pensamos, deberías hablar con ellos. Son los únicos que pueden aclarar toda esta situación y calmar tú mente, bebé, estoy seguro de que tiene una explicación.

—Iré. —Asentí.— ¿Estarás conmigo?

—Siempre.

Me acurruque en los brazos de Liam, apoyando mi oreja en su pecho en busca del tranquilizador sonido de su corazón. Suaves caricias fueron repartidas por mi espalda mientras el castaño susurraba palabras dulces en mi oído.

—¿Cómo es ella? —Susurré luego de unos minutos, temiendo romper el tranquilizador momento.

—Es muy linda. —Afirmo.— No ha cambiado mucho desde que se tomaron las fotografías que Anne te mostró. Tiene algunas marcas de la edad que la hacen verse amable, como una madre

amorosa.

—Supongo que jamás averiguaré si eso es verdad.

—Claro que lo harás. —Besó mi frente.— Ellos quieren luchar por tu custodia, Zayn.

—¿Que? —Me separé de él, mirandole como si otra cabeza hubiera brotado de su cuello.

—Lo que escuchaste, me lo dijeron ayer.

—¿Porqué? —Fruncí el ceño.— ¿Porqué ahora? Ya han pasado once años, ¿Porqué volvieron ahora?

—Eso solo ellos pueden contestartelo, Zayn. —Rodeandome con sus brazos nuevamente me jaló a su cuerpo.— Me dijeron que permitirian que vivieras conmigo, saben que te sentirias incomodo en su casa.

—No quiero escuchar más, ¿Si? —Susurré enterrando mi rostro en su cuello.— Estoy cansado de todo esto.

—Hay un par de cosas más que deberias saber, pero supongo que por ahora podemos despejarnos viendo alguna pelicula. ¿Que dices?

—Me gustaría.

Poniendose de pie, Liam me cargo en brazos hasta la sala donde se acomodó en el sofá conmigo sobre sus piernas. Estirandose hasta la mesa ratona, tomó el control remoto y encendió el televisor. Luego de un rato de zapping, se decidió por una vieja pelicula de acción. Mis ojos comenzarón a cerrarse a medida que la pelicula avanzaba, era un perezoso con todas las letras y nunca hizo falta mucho para producirme sueño.

—¿Sabes? —Musite sin saber si Liam me escuchaba.— Suelo soñar con ella, cuando no tengo pesadillas claro. No logró diferenciar si son simples sueños o recuerdos, porque jamás la veo. — Me mordí el labio.— Siempre estoy en una habitación, creo que es la que tenía cuando era pequeño, a pesar de que lo intentó nunca puedo salir de allí. La puerta esta cerrada y por más que jaló, nunca se abre. Supongo que debe representar algo. —Me encogí de hombros.— Ella siempre me llama, escucho su voz gritando mi nombre para que baje. La perilla de la puerta se mueve y cuando esta punto de abrirse... me despierto. —Suspiré.— No logró recordar nada antes de mis seis años, es como si alguien hubiera borrado mi memoria. Es frustrante tratar de recordar sus rostros y solo ver cuerpos con caras borrosas.

Pequeños hipidos comienzaron a escapar de mi boca cuando contuve el llanto, mi cuerpo temblaba entre los brazos de Liam. Por un momento pensé que estaba durmiendo pero cuando su mano acarició mi espalda supe que habia escuchado cada palabra que habia pronunciado.

—Todo volverá a ti cuando estes listo, pequeño. —Me abrazó más fuerte.

—¿Qué pasa si nunca estoy listo?

—Lo estarás, estoy seguro. —Puso sus dedos bajo mi barbilla, levantando mi cabeza hasta que nuestros ojos se encontraron.— Debes tomar esto con calma, bebé, tomalo con calma y todo estará bien.

—Estoy muy confundido, Li. —Apoyé la frente en su mejilla cerrando los ojos un momento.— Todos estos años creí que mis padres volverían por mi y me sacarían de todo esto. Que me libraría de los malos tratos y demás.

—Es lo que estan haciendo. —Su boca presionó sobre mi cabello.— Ellos lucharán por ti.

—Pero ya no sé si quiero que lo hagan.

—¿Que quieres decir? —Me apartó de su rostro, mirandome al rostro con el ceño fruncido.

—Que tal vez es tarde. —Me encogí de hombros.— He vivido con mis tíos casi toda mi vida, conozco

todas sus manías y cambios de humor. Aprendí cuando debo salir de su camino y cuando debo respetar sus ordenes. Reconozco su estado de animo según el sonido de sus voces. En que momentos esconderme y en cuales solo aceptar el castigo. Es mi vida, la única vida que me enseñaron.

—Bebé...

—No sé vivir de otra manera, Li. —Me abrace a su cuello como si fuera un salvavidas, reteniendo las lágrimas entre mis parpados cerrados.— Temo hacer las cosas mal. —Mi voz salía ahogada.— En realidad, temo que una vez que no lo tenga, lo extrañe.

—No lo harás, precioso. —Murmuro apretandome contra su cuerpo.— Voy a estar contigo todo el tiempo y te voy a amar tanto que jamás querrás ese trato nuevamente. Te enseñaré a vivir una vida diferente. Nunca, nadie va a poner una mano sobre ti nuevamente.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo, Ángel.

Besos de Miel |Ziam|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora