Desperté enredado en suaves sabanas blancas y un grueso edredón azul, dandome la vuelta sobre mi mismo enterré el rostro en la almohada e inhale la sutil fragancia masculina impregnada en el material. Liam. Ese perfume solo le pertenecia a él. Es increible como una persona se puede sentir reconfortada con el simple aroma de un ser querido, como un bebé cuando está con su madre. Mala metafora, aunque supongo que entendieron el punto.
—Zayn, bebé, ¿Estás despierto? —La voz de Liam no fue más que un susurro pero podría oír esa dulce tonada aún en medio de un concierto de rock.
—Mjm —Me queje jalando las sabanas hasta mi cabeza.— Cinco minutos más.
—Así que a mi pequeño ángel le gusta dormir hasta tarde. —Sentí su peso hundir el colchón cuando se sentó a mi lado.— Tendré que recordar eso.
—Ve y haz una nota mientras duermo un poco más.
—Me encantaría dejarte dormir, precioso, pero ya es tarde y si sigues acostado temo que te vas a fusionar con el colchón. —Solté una risita entre dientes pero seguí sin moverme. Una de sus manos se deslizó por mi cadera y en ese momento me di cuenta que no llevaba camiseta, tampoco pantalones, estaba vestido solo con mis simples boxers.— Vamos, bebé hermoso, abre esos ojazos para mi.
—No. —Inflé las mejillas arrugando los labios.
—Si no veo esas preciosas gemas ámbar en menos de cinco minutos, voy a morir. —Su peso se traslado hasta estar sobre mi cuerpo por completo.— Serás culpable de la muerte de tu propio novio.
—¿Novio? —Abrí los ojos a tiempo para ver su rostro colorearse.
Liam Payne se habia ruborizado, eso era algo que pensé que jamás vería. Mordiendose el labio inferior se acomodo hasta que su cuerpo quedo entre mis piernas abiertas, solo con la sabana y el edredón separando nuestros cuerpos, ya que él tambien estaba en boxers.
—Novio. Amigo con derechos. Amante. Pareja. Marido. —Acercó su rostro al mío.— Seré lo que tu quieras que sea mientras te quedes a mi lado.
—Sonará egoísta. —Susurre, perdiendome en sus brillantes ojos miel.— Pero jamás te dejaría ir, te quiero solo para mi.
—No es egoísta, bebé, porque siento lo mismo. —Inclinandosé hacia adelante presionó sus labios sobre los míos, acariciandolos suavemente como si temiera romperme.— ¿Me concederás el gran honor de ser tu novio, ángel?
—Convenceme.
Él sonrió inclinandose hacia adelante nuevamente y tomando mis labios. Sus calidos brazos me atrajeron a su pecho, presionandome contra su cuerpo mientras su lengua delineaba el borde de mi boca. Enredando mis brazos en su cuello entreabrí los labios, dandole la bienvenida a su expedición.
Su lengua parecia estar en todos lados, sus dientes chocaron con los míos provocando un chasquido que se perdió entre los jadeos que se nos escapaban. Mis dedos se enredaron en su sedoso cabello, apretando con fuerza los mechones que escapaban entre mis dedos. Me estaba quedando sin aire pero no quería dejarlo ir, la lengua de Liam se sentía tan bien rozandose con la mía.
Me queje cuando el contacto de Liam me abandono pero el castaño no perdió el tiempo, trasladando su boca por mi mejilla hasta mi cuello. Sus dientes raspando mi sensible piel me hacian temblar de deseo, quería más pero me era imposible pedirlo ya que mis palabras parecian perderse en algún punto del camino hacia mi boca.
—Liam... —Musite con una voz ronca que jamás habia escuchado salir de mi.
Las caderas de Liam se movieron hacia mi cuerpo, chocando nuestras erecciones y arrancandome un agudo gemido. Ojos miel me observaron con facinación antes de que el movimiento se repitiera. Los choques se mezclaban con delicados roces que estaban logrando que perdiera mi mente. Escuche pequeños gemidos, los cuales logré identificar como míos.
Nunca habia hecho ese tipo de sonidos.
—Eso es, bebé, gime para mi. —Las palabras de Liam eran crudas, hundiendome aún más en la bruma de deseo en la que me mantenia.— Mi precioso chico.
El gruñido de satisfacción de Liam hizo cosas raras en mi cuerpo. Mi sangre corrio más rápido, mi cabeza daba vueltas mientras mi cuerpo estallaba en millones de pedazos. Se sentía bien, se sentía malditamente bien. Mi boxer se humedeció, estaba sudado y jamás habia sentido esa paz en la que me mantenía. Parpadeando rápidamente, visualice el rostro de Liam mientras examinaba mi rostro.
—Lo siento. —Musite al sentir su dureza aun presionando contra mi cuerpo, habia hecho el ridiculo dejandome ir sin preocuparme por él.
—Yo no. —Negó besando mis labios cortamente.— Eres la cosita más hermosa que he visto cuando estás excitado, bebé. Y cuando te corres, maldición... simplemente, maldición.
—Pero tú estás...
—No importa, esto se trataba de convencerte a ti. —Sonrió.— ¿Que dices? ¿Serás mi precioso novio?
—Si. —Asentí.— Claro que lo seré.
—Gracias, gracias, gracias. —Besó mi rostro repetidamente, pasando por mis mejillas, parpados, nariz, frente, hasta terminar en mi boca.— Prometo que nunca te decepcionaré y seré el mejor novio del mundo.
Sonreí como tonto mientras él seguía besando mi rostro. Podía acostumbrarme a despertar de esta manera en vez de con los incesantes golpes que tío Duglas le daba a mi puerta. Oh mierda, mis tíos, no habia llegado a casa debian estar furiosos.
—Liam, debo irme. —Puse las manos en su pecho intentando apartarlo.— Mis tíos van a matarme.
—No te preocupes por ellos. —Liam me observo calidamente.— Debemos hablar, Zayn.