Cerré la puerta trasera tras de mí, intentando hacer el menor ruido posible. Con pasos lentos y cansados dejé las bolsas del supermercado sobre la mesa de la cocina, tirando de una silla fuera de la mesa deje caer mi cuerpo sobre ella. El día aun no había comenzado y ya estaba lo que le sigue a cansado.
— ¡ZAYN! — Abrí los ojos de golpe, extrañado al no haberme dado cuenta de que los había cerrado. — ¡ZAYN!
Me levante de un salto, corriendo escaleras arriba en busca de la voz que me llamaba. Sabia, por experiencia, que si tardaba más de dos minutos en aparecer frente a mi tía Magda, las cosas no saldrían bien para mí...
La puerta al final del corredor se abrió, la madera golpeo la pared haciendo un gran hueco en ella y por un segundo tuve la sensación de que el marco se saldría de su lugar. Mi tía Magda apareció en el umbral, sus ojos lanzaban dagas mientras caminaba en mi dirección con paso lento. Eso era lo que más me aterraba, la maldita disfrutaba mi miedo, le gustaba saber que tenia algún tipo de poder sobre mí.
— ¿Donde estabas? — Su voz me hizo recordar al sonido de una víbora, la imagen de una pequeña lengua viperina saliendo de sus labios apareció en mi mente siendo borrada al instante cuando una fina mano huesuda impacto sobre mi mejilla. — ¡Contesta!
— En el supermercado. — Baje la cabeza, apretando los puños detrás de mi espalda.
— No me mientas. — Sentí el jalón en mi cabello, antes de ver la delicada corona de flores que Harry me había regalado siendo destruida por sus repugnantes manos. — ¿De donde sacaste esta mierda?
Apreté mis labios sin levantar la mirada, sabia de sobra que aun contestando aquella pregunta las cosas no cambiarían. Tía Magda estaba enojada, no sabia porque y no me interesaba averiguarlo, lo único de lo que estaba seguro es que yo sería el blanco de su ira.
Sus dedos se clavaron en mi brazo, sus uñas parecían traspasar la tela de mi camiseta enterrándose directamente en mi piel. Su otra mano jalo mi cabello hacia atrás obligándome a mirarla a la cara, mi rostro era una mascara seria mientras miraba sus oscuros ojos negros. A pesar del sufrimiento que ellos me causaban me negaba a que me vieran llorar, no seria débil.
— ¿Donde estabas? — El énfasis en sus palabras me dijo que no estaba bromeando, no es que pensará que lo estaba haciendo pero esto era distinto. Apreté los dientes, no contestaría. — Bien, tu lo quisiste.
Sentí que mi brazo era liberado pero su otra mano seguía en mi cabello mientras me arrastraba por el pasillo. El viejo armario de roble apareció en mi línea de visión y un estremecimiento recorrió mi cuerpo, a pesar de los años aún le temía a la oscuridad.
— No, por favor, no me metas ahí. — Me maldije interiormente por el temblor en mi voz.
De un fácil empujón logro desequilibrarme, caí dentro del armario golpeando mi cabeza contra la dura madera del fondo. La puerta se cerró detrás de mi seguido por el clic de la cerradura. La oscuridad me rodeaba y las lagrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, levante la mano rozando el lugar del impacto sintiendo un liquido caliente deslizarse por mis dedos.
Rodeando mis piernas con mis brazos enterré la cabeza en ellas, acallando mis sollozos más por vergüenza que por el miedo a las represarías de mis tíos por el ruido. Cerré los ojos, intentando anular mi realidad, intentaba pensar que hubiera sido mi vida si mis padres no me hubieran abandonado. Si fuera un chico más, uno normal.
¿Hubiera sido diferente o mis padres me tratarían de la misma manera? Tal vez, hubiera podido tener una vida normal, una lejos de aquí sin dolor ni llanto. Imágenes de Niall, Perrie, Harry y Liam volvieron a mi mente, si mis padres no me hubieran dejado aquí jamás los habría conocido. Ellos son personas buenas, gente que agradezco haber conocido. Pensándolo de ese modo el dolor no se veía tan mal, tal vez solo así se me es permitido tenerlos en mi vida.
O tal vez, esto era lo que merecía.
Los minutos pasaron o tal vez fueron horas, me era imposible saberlo estando en la oscuridad. Sabia de sobra que mi tiempo allí dentro no sería corto, tía Magda solía dejarme hasta que necesitaba que hiciera algo. Lamentablemente habia terminado todas mis labores durante la mañana, lo que solo dejaba hacer la cena. Y estaba bastante seguro de que faltaban unas cuantas horas para ese momento.
Lo peor era que no llegaría a la escuela y no tenia modo alguno de avisarle a Niall, seguro el rubio se preocuparia. Niall siempre lo hacia pero luego de ver las marcas que tío Duglas habia dejado en mi cuerpo, su actitud protectora se reforzó. Se sentia bien tener a alguien que se preocupa por ti.
Pasando mano por mi cabello note que la sangre lo habia manchado, dejandolo pegado en mi frente. Con movimientos lentos intente quitarlo pero el dolor atravezó mi cabeza por lo que decidí que no era buena idea. Suspire derrotado, mi vida era una mierda.
La charla con Liam en el supermercado volvió a reproducirse dentro de mi mente. ¿Que era lo que el chico pretendia? Rebusque en mi mente posibles respuestas pero ninguna me resultaba lo suficiente coherente. Luego de descartar todas, decidí concentrarme solo en la imagen de su sonrisa. Aunque Niall solia decirme que era cursi, para mi Liam siempre tuvo la sonrisa más linda que vi en mi vida. Tal vez fue eso lo que llamo mi atención la primera vez que lo vi. Liam irradiaba alegria, felicidad, cosas con las que yo solo podia soñar.
Soñar... eso era lo único que me quedaba en estos momentos. Soñar.