Narra Liam.
Abrí los ojos lentamente al sentir una suave caricia en mi mejilla, la oscura cabellera de Zayn me devolvió la mirada mientras el moreno se revolvia contra mi. Su cuerpo temblando en mis brazos mientras murmuraba en sueños. Me moví suavemente, dejando su cabeza apoyada sobre mi hombro lo suficientemente inclinada para poder ver su expresión. Las lágrimas rondando por sus mejillas me sorprendieron al igual que los quejidos que escapaban de sus labios.
— No porfavor, no. — Me dolió en el alma escuchar esas palabras susurradas en un tono tan bajo y lleno de miedo. — Otra vez no.
— Shh. No tengas miedo, pequeño. — Acaricie su cabello acunandolo contra mi pecho. — Nadie te hará daño, no los dejaré.
Zayn se acurrucó más cerca de mi, escondiendo su rostro en mi cuello tomo una gran bocana de aire calmandose casi al instante. Sonreí inconcientemente al notar que yo tenia el mismo efecto calmante que él parecia tener sobre mi. La sonrisa se deslizo de mi rostro cuando visualice las cicatricez en su espalda, tampoco me habia pasado desapercibido el corte en su frente, pero decidí no decir nada, Zayn parecia bastante negado a contarme algo. Lo entendía, yo era un extraño para él y no tenia ningún derecho a exigir una explicación, pero me estaba matando saber que alguien estaba haciendole daño a mi pequeño ángel.
Mi pequeño ángel.
Ese cursi apodo habia salido de mis labios antes de que siquiera pudiera pensar en ello. Y es que cuando Zayn choco conmigo y pude envolverlo en mis brazos en lo primero que pensé fue que habia encontrado a mi ángel. Mi dulce angelito de ojos ámbar.
La voz de mi nana Alice llegó a mi mente. Ella fue la mujer que me crió, ya que a mis padres pareció jamás importarle que tenian un hijo. Las niñeras pasaron una tras otra por mi vida, ninguna llegando a durar más de dos semanas. Hasta que llegó Alice, yo tenía seis años y la mujer era todo besos y abrazos, algo que yo no habia tenido antes de ella.
Ella también fue la primera en enterarse que me gustaban los chicos. Tenia doce años cuando entre a la cocina corriendo, gritando su nombre con lágrimas en los ojos.
Flashback
— ¡Nana Alice! ¡Nana Alice!
— Oh, Liam por fin has regr... — Se volteo, deteniendose al instante y dejando caer lo que estaba lavando dentro del fregadero al ver mi rostro lloroso. — ¿Que sucedió, cariño? ¿Por qué lloras?
— Es que... — Los sollozos agitaban mi pecho y me hacian dificil hablar. — Es que algo está mal conmigo, nana.
— ¿De que hablas, dulzura? — Se acerco a mi, secandose las manos en una toalla y limpiando mi rostro con sus suaves manos. — Nada esta mal en ti, es más, eres un ejemplo de jovencito.
— No. — Negué con la cabeza. — Ellos dijeron que yo estaba mal, que estaba enfermo.
— ¿Ellos? ¿Quiénes? — Frunció el ceño mientras me guiaba para que sentara en un banco del desayunador. — Cuentame lo que sucedió, Liam.
— Yo... yo estaba en el colegio, entonces... — Un sollozo más fuerte me obligo a parar, Alice espero pacientemente hasta que logré calmarme y seguir hablando. — ...entonces Lucas... y yo...yo no sé... no sé porque...él estaba y... lo besé.
— Espera, ¿Lucas Walters? ¿Tu amiguito? — Asentí limpiando mis lágrimas mientras ella hacia una gesto para que continuará.
— Él me empujo y salió corriendo. — Lloré más fuerte al recordarlo. — Les dijo a los demás. Ellos dijeron que estaba enfermo, nana. Dijeron que les daba asco y que estaba enfermo.
— Oh, Liam. — Se acerco a mi abrazandome con todo ese amor de madre que siempre parecia irradiar. — Tú no estas enfermo, cariño. Tú estas tan o más sano que ellos.
— ¿Entonces que me sucedé? ¿Por qué besé a Lucas?
— Dime algo, pero dimelo con sinceridad. — Asentí. — ¿Lucas te atrae?
Lo pensé unos segundos, antes de volver a asentir. Ella sonrió.
— Pues, ahí tienes tu respuesta. Lo besaste porque te atrae.
— Pero Lucas no es una chica, nana. Él es un chico, igual que yo, no se supone que deban gustarme los chicos.
— ¿Por qué no? — Fruncí el ceño ante esa pregunta. — A ti te puede gustar lo que quieras, Liam. No dejes que nadie te diga a quién tienes que amar, eres libre de darle tu corazoncito a la persona que quieras.
— ¿Aunque sea un chico igual que yo?
Asintió sonriendo. — Aunque sea un chico igual que tú. — Aseguro. — Mira, mi madre solía decirme que todos tenemos un ángel. Una persona ideal para nosotros que está caminando por allí a la espera de que la encontremos. Puede ser un chico o una chica, eso no importa. — Negó con la cabeza dandole enfasis. — Lo que importa es que ese ángel está hecho para ti. Y tú lo amarás, al igual que lo hará él.
— ¿Me amará?
— Si, lo hará al igual que tú.
— ¿Y como lo voy a encontrar? — Fruncí el ceño. — ¿Como sabré que es mi ángel?
— Solo lo sabrás. — Sonrió. — Cuando escuches su voz, tal vez cuando veas sus ojos o lo puedas abrazar, tu corazoncito te lo dirá.
— ¿Qué pasa con Lucas y los demás?
— Ellos son unos tontos, no les hagas caso. Hay personas que no creen que pueden mandar en nuestras vidas, por eso ellos son unos idiotas. — Hizo un gesto con la mano quitandole importancia, sonreí asintiendo con la cabeza. — Ahora, ve a lavarte la cara para poder merendar.
Baje del banco de un salto y estaba a punto de salir cuando me volteé para mirarla. — Nana Alice. — Ella se giro, esperando. — Cuando encuentré a mi ángel, no dejaré que nadie le haga daño ni que lo traté mal. Me aseguaré de que él siempre tenga una sonrisa en el rostro.
— Sé que lo harás, cariño. — Antes de salir completamente pude ver sus ojos brillando con lágrimas sobre la sonrisa que me dedicaba.
Fin Flashback.
Pase el brazo por la cintura de Zayn, manteniendo su cálido cuerpo pegado al mío. Pasando mis labios suavemente por su mejilla, respire su dulce aroma. Zayn era mi ángel, ese que Alice habia dicho, estaba seguro de eso. El problema era que no tenía ni idea de quién era la persona que le estaba haciendo daño. Pero me aseguraría de descubrirlo y hacerla pagar por haber dañado a mi chico.
— Liam... — Zayn se removió en mis brazos, balbuceando mi nombre. Sonreí.
— Duerme, cariño. — Deje un beso en su mejilla. — Estoy aquí contigo.