Me coloque los auriculares subiendo el volumen a todo lo que podia. Ni siquiera sabia que estaba escuchando, solo necesitaba un sonido para poder matar mis pensamientos. Tía Magda me habia enviado a hacer las compras, como siempre. En un intento por distrarme cambie mi camino, pasando por un calle en la que jamás habia estado. Era bonita, pintoresca pero lo que más llamo mi atención fue un linda floreria que se encontraba a un lado.
Me acerque a ella, más por curiosidad que por otra cosa. Las rosas, claveles y tulipanes me saludaban con llamativos colores. A pesar de no recordar mucho de mis padres las rosas solian traerme la imagen de mi mamá. Toque suavemente los petalos de una rosa blanca mientras me dirigia dentro.
— Buen día. — Un bonito muchacho con rizos y grandes ojos verdes apareció detrás del mostrador, sonreí inconscientemente contagiado por su alegria natural. — ¿Puedo ayudarte en algo?
— Mmm... no, solo estaba mirando. — Sonreí aun más notando las bonitas flores que adornaban su cabello. — Bonitas flores.
— No te burles de mí. — El chico hizo un puchero que me partió el corazón.
— No me estoy burlando, en verdad me gustan. — Admití, él levanto la mirada con los ojitos brillando.
— ¿En serio? — Asentí y él parecia cada vez más entusiasmado, alargo una mano hacia mí. — Soy Harry.
— Zayn. — Estreche su mano, él sonrió.
— ¿Zayn? Es un nombre bonito.
— Harry tambien lo es. — En ese momento pude notar que a pesar de que el chico parecia tener la inocencia de un niño era mucho más grande que yo fisicamente. Lo observe mientras sacaba flores e hilo y comenzaba a unirlas, no preste mucha atención. — ¿Que edad tienes, Harry?
— Dieciseis. — Contesto sin levantar la mirada. — ¿Y tú?
— Acabo de cumplir diecisiete. — Me volteé observando cada flor, adorando el perfume que dominaba en la tienda. — ¿Hace cuanto que trabajas aquí? Pareces demasiado joven.
— Oh, la floreria es de mi madre. La he ayudado a atender desde que pude dar dos pasos sin caerme. — Me mostro una sonrisa orgullosa, se la devolvi.
— Wow, parece mucho tiempo.
— Supongo. — Se encogió de hombros antes de levantar una linda corona de flores blancas y azules. — ¿Te gusta?
— Es muy bonita, Harry.
— Es para ti. — Se acerco a mí colocandola suavemente sobre mi cabeza antes de que pudiera hacer nada.
— ¿Para mi? ¿En serio? — Él asintió con una gran sonrisa. — Gracias, Harry.
— Dime Hazz. Mis amigos me dicen así y presiento que tú y yo seremos muy amigos.
— Eso espero.
Hable con Harry un poco más antes de tener que despedirme para comprar las cosas de tia Magda. Por suerte el supermercado quedaba solo a una cuadra de la floreria. Harry me hizo prometerle que volveria a visitarlo y no logre negarme.
Tome un carrito y me detuve para leer la primer cosa en mi lista. Esta sería una larga mañana.
Observe las manzanas con algo de miedo, por culpa de una de ellas logre nuevas marcas en mis manos. Un escalofrío me recorrió el cuerpo de pensar en el dolor.
— Malditas manzanas. — Murmure, riendome amargamente por dentro.
— ¿Por que tanto odio hacia una fruta? — Salte en mi lugar, girandome sobre mi mismo para encontrarme con unos grandes ojos miel. Liam.
— S—solo no me gu—gustan. — Me odie por mi tartamudeo, volvi a girarme hacia mi carrito en un intento vano de seguir mi camino.
— Oye, Zayn ¿Verdad? — Asentí, se rasco la cabeza en un gesto nervioso. — Quería disculparme por lo de ayer, en verdad no sé lo que me sucedio.
— Y—yo era el qu—que tenia que p—pedir perdón, n—no tú. — ¿Que mierda? ¿Desde cuando me habia vuelto tartamudo? Baje la mirada al suelo, sintiendo mi rostro arder por culpa de su mirada fija en mí.
— Hey, pequeño ángel. No te averguences, no muerdo. — Lo observe fijamente por un minuto, admirando cada rasgo de su rostro. Perfecto, esa fue la única palabra que se me ocurrió para describirlo. — Precioso.
— ¿He?
— Qu—que p—preciosas flores. — Fruncí los labios confundido por su comportamiento pero decidí dejarlo pasar. — ¿Tú hiciste la corona?
— No, fue un regalo de un amigo. — Me felicite mentalmente por la frase completa.
— ¿Niall? — Lo mire extrañado antes de negar con la cabeza.
— No, un amigo nuevo. — Sonreí al recordar a Harry.
— ¿Alguien que conozca? — ¿Desde cuando Liam Payne era policia? Comenzaba sospechar que estaba en una especie de interrogatorio.
— Lo dudo.
Esquivando el gran cuerpo del castaño me dirigí directamente a la sección de dulces. Observe todos antes de encontrar los que me gustaban, una especie de piruleta con forma de corazón. Las amaba desde niño, tome un paquete pero cuando vi el precio hice una mueca. Tia Magda me mataría si compraba algo así, con un suspiro deje la bolsa donde la encontré y seguí con mi lista.
— ¿Tiendes a dejar a la gente hablando sola o solo a mí? — Salte en mi lugar al escuchar la voz de Liam. ¿Acaso me estaba siguiendo?
— No te deje hablando solo. — Me defendí, sin levantar la mirada hacia él. — Simplemente, no tenia nada más que decir.
— Bueno, si quieres que me aleje solo tienes que decirlo. — Levante la mirada viendo una extraña expresión cruzar su rostro mientras se volteaba para irse.
— No quiero que te vayas. — Susurré, él paro su marcha. — Solo se me hace extraño tenerte cerca.
— ¿Extraño? — Se volteo con el ceño fruncido. — ¿Porqué?
— Por qué eres Liam Payne. — Dije obvio. — Por lo general la gente como tú no habla con la gente como yo.
— No lo entiendo. ¿Que diferencias hay entre nosotros?
Rodeé los ojos, estaba empezando a considerar regalarle un par de lentes al chico por que era imposible que no viera las diferencias. Suspiré.
— Tú eres un chico popular, las mejores notas, amigos de a montones. Te casaras, compraras una linda casa y tendras lindos hijos. — Finalice, me apunte a mi antes de seguir. — Yo soy una paria social, mis notas son promedios, tengo solo dos amigos. No me casaré, no compraré una casa como mucho será una choza y estoy seguro como el infierno que no tendre hijos. — Para eso tendria que casarme con una mujer y eso estaba bastante lejos de mi zona. — ¿Comprendes? Somos polos opuestos, el Yin y el Yang, blanco y negro, bueno y malo. ¿Lo entiendes ahora?
Me voltee alejandome de él antes de que pudiera procesar la información completa. O que saliera corriendo al darse cuenta de que tenia razón y si lo veian conmigo no le iria bien.