Un mes despues...
Mi sonrisa parecía abarcar todo mi rostro mientras observaba la pequeña sala adornada de bonitos colores. Los muebles negros se dispersaban aquí a allá, combinados con simples decoraciones de color turquesa que yo mismo habia elegido. El contraste de colores le daba luz al ambiente y eso me encantaba.
El sofá de cuero negro estaba inundando de cajas que supuestamente Liam me ayudaria a desempacar. Si solo supiera donde se habia metido el castaño. Él solo me habia dejado aquí y se habia salido por la puerta con la excusa de que demoraria solo unos minutos. Liam planeaba algo, estaba seguro pero no tenía tiempo de averiguarlo. Mudarse era más dificil y trabajoso de lo que habia pensado, pero la pequeña casa que mis padres nos habian obsequiado merecia el cansacio para que se viera genial.
Mis pasos se tambalearon un poco mientras entraba más a la sala. Dios, esta casa era nuestra. De Liam y mía, apenas podía creerlo. Mi vida estaba comenzando, al fin. Me sentía libre. A pesar de las preocupaciones de Liam sobre Douglas, sentía que podía respirar nuevamente. Douglas era mi pasado y Liam mi futuro, no podía quedarme mirando hacia atrás, con miedo de que Douglas saltará sobre mi a la menor distracción.
Sacudí la cabeza, alejando esos pensamientos mientras observaba los detalles. Las paredes de un palido blanco marfil, lograban que destacaran los grandes veladores que Liam habia insistido en colocar. El chico se habia asegurado que ningún rincón de la casa quedara oscuro jamás.
Luego de mi crisis en su casa, Liam probaba mil veces cada lampara y maldita luz que encontrara, asegurandose de que jamás me quedara en la oscuridad.
Era lindo y en cierto modo estresante.
—¡Llegó la alegria de la casa! —Me di vuelta sobre mis talones, con una sonrisa ya en mi rostro para ver a Niall arrastrar su pie enyesado dentro de mi casa. El rubio no habia estado nada contento cuando le dijeron que debía usarlo por lo menos un mes más pero luego de que decorara la bota con uno de mis marcadores permantes, el rubio habia quedado satisfecho.— Tambien vino Josh, pero no es tan importante como yo.
—Tu ego estallará un día y nadie saldrá vivo, pastelito. —Josh pasó a su lado, dandole un guiño antes de revolver mi cabello y seguir su camino.— Dime que tienen algo de comer, mi pastelito de limón no quiso parar a comprar comida.
—¡No soy tu pastelito!
—Si lo eres, cariño, si lo eres. —Y con eso el castaño se perdio en la cocina.
Reí entre dientes sin poder evitarlo, esos dos eran hilarantes. Niall me miró mal pero eso no logró detenerme.
—Deja eso, Zaynie. —Gruñó, aunque podía ver que las continuas peleas con Josh le divertian.—
¿Donde esta el chico Payne?
—No tengo idea, salió a hacer algo. —Me encogí de hombros, restandole importancia aunque me estaba muriendo de curiosidad.
Luego de quitar un par de cajas del sofá, ayude a mi rubio amigo a sentarse justo a tiempo para escuchar a Louis y Harry entrar a la casa. El rizado, como siempre, reboto por todos lados repartiendo floreros aquí y allá y tocando todo lo que encontraba en su camino. El pobre de Louis tuvo un dificil momento intentando que Harry dejará de tocar el interruptor de intesidad para la luz. El chico en verdad parecia facinado con la maldita cosa.
Sonreí sacudiendo la cabeza. Amaba el sentimiento familiar que se asentaba cada vez más en mi estomago. Tenia una familia, una casa y un novio genial. Aunque aun estaba en proceso de perdonar a mis padres, sentía que cada día era un paso más cerca del real auge de la felicidad.
Las cosas se habian complicado un poco con Trisha y Yaser luego de que conociera a sus dos pequeñas hijas. En ese momento me dí cuenta de que aun no estaba preparado para perdonar todo. Aun así ellos habian insistido en regalarnos la casa, me habia costado mucho aceptarla pero Liam sabia como convencerme.
Mirando a mi familia familiarizarse con el entorno, acepte que el castaño habia tenido razón. Un nuevo comienzo para todos.
—¿En que piensas, pequeño angel? —Liam me abrazó por detrás, logrando que mi sonrisa se hiciera aun más grande.
—En nuestro futuro. —Me encogí de hombros.— En lo bien que se siente ser feliz.
—Acostumbrate a esa sensación, cariño, porque me aseguraré de que no se vaya jamás.
Me giré en lo brazos de Liam para poder besarlo. No habia nada que amara más que estar en los brazos de mi amado castaño. Liam era mi fuerza, lo que me mantenia en pie y me impulsaba a seguir. Sin él en mi vida, no sé lo que hubiera sido de mi.
—Te traje un regalo. —Musito contra mis labios.
—¿Un regalo? —Fruncí el ceño, estaba emocionado y confuso.— ¿Porque?
—Porque quiero. —Se encogio de hombros.
—Liam te he dicho mil veces que no debes gastar dinero en mi.
—Te va a encantar. —Dijo ignorando mis palabras.— Espera aquí, ya vuelvo.
Volteandose, salió al pasillo volviendo dos minutos despues con una gran caja en sus manos. Lo miré frunciendo el ceño pero él solo sonrió. Un gimoteo bajito llevo mi atención hacia la caja nuevamente, justo a tiempo para ver una pequeña cabecita peluda empujando una de las tapas.
Mi boca se abrió sorprendida mientras me acercaba y abría las tapas. Un pequeño cachorro blanco y negro auyó en mi dirección. Tomandolo en brazos sentí el calorcito de su cuerpo atravezar mi ropa. Jamás habia tenido una mascota, siempre me habian gustado los perros pero nunca pude tener uno.
—Es precioso, Liam.
—Sabia que te iba a gustar. —Sonrió dejando la caja a un lado y dando un paso para abrazarme. Besó mi sien.— ¿Que nombre quieres ponerle, bebé?
—Bingo.
Eso hizo que Liam riera.— Es un nombre genial, cariño.
—Lo sé. —Coloque el perrito a la altura del rostro de Liam, logrando que el pequeño lamiera la mejilla del castaño.— Dale las gracias a papi por mi, Bingo.
—¿Papi?
—Uhu. —Asentí.— Es un bebé, Li, necesita padres.
Liam me miró por unos segundos con una gran sonrisa.— Me gusta esa idea, papá Zayn.
Liam bajó la cabeza y volvió a besarme mientras Bingo se retorcia en mis brazos. Mi vida era perfecta, simplemente perfecta.
—Te amo, angel.
—Yo tambien te amo, Li.