13. Escape arenoso.

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Luna.

Tenía los ojos rojos y no parecía estar bien.

¿Estaba llorando?

Hace unos minutos parecía estar bien. A no ser que cuando fue al baño algo le haya pasado.

Pero ¿Qué?

—Cony ¿Qué te sucedió? —repetí y me miró igual que un cachorro regañado.

—Nada, estoy bien —caminó tratando de salir del baño y la frené tomándola del brazo.

—Tienes los ojos rojos y tu no te drogas —traté de bromear—, no estás bien —dije bajando la voz.

Se quedó inmóvil sin decir ni una palabra.

Apretó sus labios y me miró.
El dolor que me causó verla así es inexplicable.

Eso no era de Rockstars.

Siempre estaba a la defensiva o enojada conmigo y rara vez se reía con mis bromas, pero nunca me vió de esa manera.

Ni siquiera cuando le ofrecí llevarla en mi auto porque estaba lloviendo, esta vez era diferente.

No sé si la diferencia fue que la conocía un poco más u otra cosa, pero lo que más me convencía era que de verdad se sentía mal.

No dijo nada, solo cerró sus ojos.
Luego entendí que estaba conteniendo las lágrimas cuando respiró profundo.

Le solté el brazo y la abracé, sintiendo cómo relajaba su cuerpo mientras sollozaba.

Acaricié su espalda descubierta y luego de unos segundos me devolvió el abrazo pasando sus manos por mi cintura. La sentí temblar mientras lloraba

Estuvo varios minutos así. Por suerte no entró nadie al baño ya que estaban entregando los premios.
Esa era la razón por la que fui a buscar a Cony, pero nunca me imaginé encontrarla así.

—Perdón no te quería molestar, de verdad lo siento —dijo un poco más calmada y giró la cabeza, apoyando el costado de su rostro en mi pecho.

—No me molesta en lo absoluto, pero necesito saber que te pasa así te puedo ayudar.

Negó con la cabeza y solo suspiré.

—No puedo —susurró y pensé lo peor.

—¿Por qué?¿Alguien te hizo algo? —pregunté separándome un poco para verla.

—No, claro que no —dijo con la nariz tapada, solté el aire que había contenido, pero no me relajé.

—¿Y por qué no me dices?

—Es que, es difícil. No quiero, no me gusta. Es raro —volvió a abrazarme.

No insistí más, pero tampoco la dejé sola.

No la podía obligar a decirme algo que simplemente no quería, y debía aceptarlo.

—¿Quieres irte de aquí?

Asintió y después de unos minutos se separó de mi y se secó las lágrimas.

Vió mi pecho y levanté las cejas.

—Moje tu traje —dijo haciendo una mueca como si fuera a volver a llorar.

—Nono, no pasa nada, está bien —sonreí nerviosa moviendo las manos—, solo no llores más que me pones nerviosa.

Sonrió con lágrimas en los ojos y negué con la cabeza.

Era la verdad, me presiona mucho tener que hacer sentir a otra persona y tener que demostrar que si tenía sentimientos.

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