Ganar Su Corazón

39. ¿Ustedes se conocen?

Luna.

—¿Qué tal? Mi amor. —escuché a Cony por mis auriculares con una voz extremadamente dulce.

Mierda.

Mente en la pista.

Totalmente concentrada...

—Es ilegal cruzar las líneas, Constanza. —dije dando un volantazo hacia la izquierda.

—Se lo pedí a Lidia, solo quería saludarte. —sonó divertida.

Ví su auto por el retrovisor, pegado al mío y derrapando a la par.

Desde otra perspectiva, puedo asegurar que se vio increíble.

Ya quería ver los edits de los locos de tiktok.

—El karma en su máxima expresión. —comenté recordando lo que disfruté pisarle el parachoques por meses.

—Taylor tiene una canción sobre eso. —dijo y escuché su risa.

Cuando terminamos la curva, casi dejo un espacio libre para que pasara.

—¡Ya cambia la línea, me desconcentras! —exclamé.

—Esta bien, señorita —dijo y podría hasta afirmar que seguro rodó los ojos.

Antes de que pudiera hablar, la línea cambió y escuché a Fede.

Me dijo que tuviera cuidado con los neumáticos y que usara la siguiente curva para tratar de pasar a Cony.

Pero la enana ni siquiera me dio tiempo y me rebasó casi rozando mi auto.

Abrí la boca sorprendida y ni siquiera caí en cuenta de lo que Cony había hecho hasta que llegamos a la meta.

Quedó me primer puesto y yo en segundo lugar.

Pero la diferencia ni siquiera llegaba al segundo.

Lo que causó revuelo fue el movimiento que ella había hecho para pasar a tantos pilotos en tan pocos segundos.

La prensa enloqueció al igual que las personas.
Era algo totalmente increíble y a pesar de no ser la carrera "formal" tuvo un impacto prácticamente igual.

Celebré con Cony y no pude evitar atacarla a besos ni bien salimos de en frente de las cámaras.

—¿Cómo hiciste eso? —le pregunté con una sonrisa mientras la sostenía de la cintura.

—Un mago nunca revela sus secretos. —dijo y me acercó tomándome por los hombros.

Tenía la espalda pegada a la pared del pasillo que iba a los camerinos y me volvería loca verla acorralada.

—¿Me ayudas con..? —preguntó antes de que pudiera besarla.

—¿Quitarte la ropa? —la interrumpí sabiendo perfectamente que no iba a decir eso y soltó una risa.

—Ay por dios. —se quejó apoyando la cabeza en la pared.

Me reí en silencio y suspiró antes de volver a hablar.

—Un regalo para mi padre, Cleo me pidió si podía terminar unas cosas por ella —dijo jugando con el borde de mi traje—, podemos ir a tu departamento, y antes de que digas cualquier cosa indecente. Necesito un espacio abierto y además, la casa va a estar revolucionada por culpa de Lidia y Cleo, porque está ayudándola a estudiar.

Sonreí y le di un beso, pero me separé antes de embobarme de nuevo con ella.

...

Le "ayudé" con el regalo, pero en realidad lo único que hice fue verla hacer flores de papel mientras me hablaba emocionada de la carrera, hasta que su padre la llamó para hablar sobre lo que harían al otro día.