14. Me atrapan con las manos en la enana.

15.4K 1.2K 390
                                    

Luna.

Pasaron varios minutos, o más bien casi una hora donde traté de no dormirme mientras acariciaba su brazo.

Me recosté un poco más en la arena, sin tocarla con mi espalda pero lo suficiente cómo para que Cony no estuviese tan incómoda.

No sabía desde cuándo ella lo estaba pasando tan mal.
No lo parecía, aunque si pienso un poco, si dió señales.
Casi imperceptibles, pero aún así, lo tendría que haber notado.

Me sentí un poco culpable pero pensé que desde ese momento en más, la iba a ayudar.

Todavía no la conozco mucho, por lo que no puedo llegar a leerla del todo, pero esos pocos días en los que la ví, se me hizo suficiente para darme cuenta que era una persona frágil que se ocultaba bajo un enojo falso cuando le convenía.

Escuché las olas del mar unos minutos más y no sé en qué momento fue que me quedé dormida, pero desperté con los rayos del amanecer.
Ni siquiera había abierto los ojos y el sol ya me había dejado ciega.

Me senté en la arena tapando me los ojos y cuando por fin pude ver me encontré a Cony haciendo alguna forma extraña con la arena.

—¿Qué carajo estás haciendo?

Me miró y levantó las cejas mientras le pegaba palmaditas a lo que sea que era eso para darle forma.

—Un castillo ¿No se nota?

—No. —ladeé la cabeza tratando de encontrarle forma de castillo pero ni así.

Apreté los labios escondiendo la risa mientras me levantaba y cuando me dí la vuelta, a lo lejos ví un hombre con una cámara apuntando directamente hacia nosotras.

La brisa movió mi cabello suelto y casi me da un escalofrío.

—Cony ¿Desde cuándo estás despierta?

—Desde hace como media hora, no lo sé ¿Por qué preguntas?

Levantó la cabeza para verme a los ojos, aún con sus manos en el "castillo" de arena.

—Tenemos que irnos —le dije y agarré su mano para levantarla casi a la fuerza.

Caminamos lo más rápido posible al coche, pero aún así inevitablemente los paparazzis lo notaron.

Subimos sin siquiera sacudir la arena que teníamos y rápidamente encendí el motor para irnos de allí lo antes posible.

—Lidia nos va a matar. —dijo viendo su teléfono.

Manejé con la vista en el camino tratando de pensar en alguna excusa para las personas.

Si ya habían rumores de que estábamos saliendo ¿Qué nos quedaba ahora?

Tapar eso iba a ser imposible y no pensaba atarme a una relación por más sentimientos que tuviera por ella, o lo que sea que sintiera.

Una sola vez había caído en ese error y hasta el día de hoy me arrepiento.

No volvería a hacer eso ni muerta.

Era diferente salir con una chica algunas semanas y que después desapareciera de la nada para salir con otra.

Sonaba mal, lo sé y soy consciente de eso. Pero no me creo lo suficientemente madura como para una relación estable.

No sé que es peor.

Además las fechas de las carreras en distintos lugares, países o provincias, de alguna manera justificaban lo cortas que podían llegar a ser mis relaciones.

Ganar Su Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora