29. Reunión homosexual.

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Luna.

Desperté a quién sabe qué hora de la mañana, pero sé que fue alrededor de las siete, ya que los rayos del sol iluminaban la habitación entera.

Abrí los ojos y el dolor de cabeza casi me mata.

Tenía la cara en el pecho de Cony y sentía su respiración chocando en mi cabeza.

Su pecho subía y bajaba con lentitud, sentía los latidos calmados de su corazón y eso me hizo sonreír.

Me dí cuenta que tenía mi mano debajo de su camiseta, pero no lo suficiente arriba como para tocar algo que no debía a esas horas de la mañana. Sino que estaba agarrando su cintura y casi llegaba a su espalda.

Sus caderas estaban ligeramente de lado y yo separaba sus piernas con una mía.

Ella tenía una mano con la que abrazaba el costado de mi cabeza y me pegaba a ella.

Me quedé despierta sintiendo cómo respiraba y acaricié su cintura lo suficientemente despacio como para que no se despertara.

Lo último que recordaba haberle dicho en la noche fue que me besara, y lo hizo.

Por lo menos sabía que algo sentía por mí.

No sé cómo había llegado a su habitación ni cómo me había cambiado, porque esa ropa, mía no era, además de que tenía su perfume y eso era inconfundible.

No quería que se despertara, porque sabía que se iba a levantar y eso significaba que se iba a alejar de mi.

Cerré los ojos y me acurruqué en su pecho respirando su perfume, tratando de volver a dormir.

No pasaron ni cinco minutos cuando movió su cabeza.

Sentí cómo dejó de apretarme contra ella y deslizó su mano hacia el costado.

Pensé que me iba a soltar, pero dejó su mano en mi mejilla y acarició mi piel con delicadeza durante unos largos minutos.

Mi corazón iba a mil, como los motores de nuestros autos en la carreras.

Contuve una sonrisa mientras ella me acomodaba el cabello detrás de mi oreja.

Me derritió que hiciera eso.
Estaba segura de que si supiera que estaba despierta, nunca lo habría hecho.

La sentí suspirar.

—Espero y me digas lo que te hizo ese idiota. —susurró pasando su pulgar nuevamente por mi mejilla y se me fué el aire.

¿Por qué dijo eso?

Levanté mi cabeza y apoyé mi mentón en su pecho para verla.

Alzó las cejas y alejó su mano por el movimiento tan repentino que hice.

—¿Qué esperas qué? —pregunté y abrió la boca sin palabras.

—¿Desde cuándo estas despierta?

Fruncí el ceño y me separé un poco de ella.

—¿Qué esperas que te diga? —repetí seria.

Suspiró con fuerza y se sentó un poco con ayuda de sus antebrazos.
Saqué mi mano de debajo de su camiseta con vergüenza, pero no nos separamos más que eso.

—Anoche me dijiste que Smash te había amenazado —dijo y cerré los ojos—, y luego dijiste que...que, había intentado pasarse con vos.

Había metido la pata, y bien hasta el fondo.

No debí haber tomado tanto.

—Estaba muy ebria, quién sabe qué se me cruzó en la cabeza para decir esa estupidez. —traté de mentir pero tomó mi muñeca.

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