50. Palabras fuertes.

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Luna.

Cerré los ojos y abracé a Cony cuando caímos.

No me importó interponerme entre ella y esa pistola, solo quería que estuviera bien.

Sentí miedo al pensar que me había movido demasiado tarde y la bala quizás le había dado.

Respiré agitada y apoyé mis manos en el suelo para arrodillarme a su lado.

—Co —la llamé y sacudí su hombro—, Cony.

Levanté su cabeza del suelo y vi sangre en su frente.

Abrí los ojos y cuando vi mejor, era un simple raspón que seguramente se le había hecho por la caída.

Suspiré con alivio y tomé su mejilla para hacer que me viera.

Otra vez tenía la vista perdida y cuando me miró pareció haber podido respirar.

—¿Estás bien? —preguntó casi temblando— ¿Te lastimó? ¿Te golpeaste?

Ella estaba bien, hablaba y aparentemente no estaba herida de gravedad.

No reaccioné y me miró desesperada en busca de alguna herida en mi cuerpo.

Se aferró a mis hombros y me separó de ella, viéndome por todas partes.

—Estas bien —afirmó casi sin aliento y desvié la mirada hacia un costado—, estás bien. —murmuró y pareció haberlo dicho para creerlo.

Me abrazó con fuerza por el cuello y solo me quedé rígida viendo a Smash.

—Estas bien. —repitió con dolor y apretó mi cabello.

Soltó un suspiro más parecido a un quejido mientras la sentía temblar.

Sollozó en mi hombro y los ojos se me llenaron de lágrimas.

Vi el cuerpo de Smash tendido en el suelo, con un charco de sangre que lentamente se hacía más grande y uno de los policías habló por su radio, comunicando el hecho.

Miré al otro policía con la boca abierta y asintió, confirmándome que todo estaba en orden.

—Estas bien. —repitió hundiendo su rostro en el espacio entre mi cabeza y mi cuello.

—Estoy perfecta, Cony, no tengo ninguna herida. —recalqué para tranquilizarla.

Aunque no era verdad.

Vi de reojo la sangre que escurría por mi pierna y cerré los ojos para tratar de ignorar el dolor.

—Te amo, Lu —susurró en mi oído y puse una mano en su espalda mientras hundía mi cara en su cuello para sentirla más cerca—, nunca hagas algo así de nuevo.

Lo dijo en el peor momento.

Dijo esa palabra.

La misma que había afirmado que no diría porque la consideraba muy importante.

—No hará falta. —dije y le di un beso en el costado de su cabeza.

—Te amo. —repitió con la respiración acelerada y froté su espalda con mi mano.

Estaba en shock.

Sentía su cuerpo temblar y eso me remordió el corazón.

—También te amo, Co —dije y cerré los ojos—, solo respira, quédate tranquila.

Pasaron unos segundos donde respiré profundamente para tratar de relajarme.

—Te amo. —repitió casi en un susurro y sentí que dejó de temblar.

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