51. Ajusta tu cinturón.

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Cony.

Pasaron algunos meses luego de que desperté del accidente.

Y a decir verdad, todo había mejorado notablemente desde eso.

La terapia estaba funcionando y hasta Luna también fue.

Luego de un tiempo viajamos a Australia y Luna conoció parte de mi familia allí.

Además de que vivimos juntas en un departamento cerca de la casa en donde pasé parte de mi niñez, luego de la separación de mis padres.

Lo único complicado era llevar esa vida, ya que no estábamos acostumbradas a estar tan tranquilas.

Ambas dejamos lo poco que quedaba del GP de lado, y aunque no ganamos el de ese año, quedamos en muy buenos puestos.

En lo personal, yo sí comenzaría las carreras, porque al iniciar el año me di cuenta de que si seguía recuperándome del disparo y no me quedaban secuelas; no tendría problema en correr.

Pero Luna seguía firme en la idea de que no correría por esa temporada.

Algo que me partía el corazón y trataba de convencerla de vez en cuando, pero sabía que iba a costar demasiado con solo verla subir a un auto.

Cada vez que teníamos que ir a algún lugar en coche, además de que se negaba a tocar el asiento del conductor, parecía estar tensa durante todo el viaje.

Y eso también era algo que estaba tratando de solucionar por si misma o con ayuda de su médico.

Si bien fueron meses extraños, pasaron muchas cosas buenas.

Cómo el hecho de que Lidia estuviera a punto de comenzar a ser esclava de su hijo por el resto de su vida.

Puedo asegurar que al único niño que no odiaré, será al parásito lindo de Lidia.

Y a mi hijo, que próximamente daré en adopción si no se comporta.

—¡Meteoro! —grité peleando por quién soltaba mi blusa primero.

Estaba arrodillada en el suelo de la cocina y con lo que él había crecido, lograba arrastrarme ligeramente por los cerámicos.

—¡Suelta! —exclamé y lamentablemente desgarró la tela con sus colmillos.

Me quedé con la mitad de la prenda en la mano y abrí la boca totalmente indignada.

—¿Y ahora qué se supone que me voy a poner? —pregunté viendo cómo se alejó y se acostó en su cama.

—Si quieres quédate así. —escuché la voz de Luna detrás de mí, justo por encima de mi hombro.

—¡Mierda!¿De dónde saliste?

Di vuelta la cara y la miré exaltada.

—De una muy linda ducha, sola, porque no quisiste acompañarme —comentó con algo de resentimiento—, pero lo puedes compensar quedándote así.

—Ajá, ir al baby shower de parásito lindo, en brasier —dije con ironía y me levanté—, que gran idea.

—Es una gran idea para mí —comentó acercándose con una estúpida sonrisa— ¿Qué pasó con Meteoro?

—Estaba cambiándome y robó mi blusa —dije y estuve segura de que no me escuchó—, mis ojos estan más arriba, Ramos.

—Buen chico, Meteoro —felicitó volteando a ver al peludo y bufé—, aunque juro que no se lo enseñé.

—Creo que me pondré el vestido de flores que compramos la otra vez. —comenté cruzándome de brazos.

—Me facilitarás el trabajo, que considerada. —dijo con diversión y fruncí el ceño.

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