Una historia inusual de Dabi, aquí no os encontraréis a un Dabi yandere que solo quiere secuestrar y matar. Esta historia Dabi es un ser humano, tiene sentimientos y comete errores (al igual que la prota)
Contiene Spolier del Manga desde el primer c...
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Keigo se encargaba de esperar en la habitación a la noche. Egdshot a la mañana y Inko a la tarde. Katsuki había hablado con él, le suplico que convenciera a los médicos para que pudiera verla.
Él se negó, no le haría bien ver a su hermana intubada en una máquina para que pudiera respirar más moretones por el cuerpo y la cicatriz que tenía desde el pecho hasta el estómago.
Llevaba ya casi dos meses y no despertaba.
Dabi se arriesgo y fue a visitarla en un momento que le dejaron sola en su habitación.
— ¿Que has hecho? - susurró mientras jugaba con su mano.
Ahora estaba en un sitio muy peligroso, los superiores de oro y Endevor ya sabían donde estaba y podían hacer de todo para matarla o volverla a secuestrar.
Oyó como alguien se acercaba así que se tuvo que ir por la ventana. Vio que era Keigo, otra vez.
El rubio se sentó en el sillón a un lado, tenía unos informes de misiones que ya había ido. Se dedicaba a eso sí no se dormía en el intento. De vez en cuando miraba a Layla, revisando de que estaba bien o si se despertaba. Nunca pasaba nada.
Hasta ese día que empezó a amanecer.
La pantalla con sus pulsaciones, la temperatura corporal y el oxígeno estaban en blanco, cosa que era bueno. Pero en un momento a otro el último de ellos empezó a bajar drásticamente.
Los pitidos se escucharon muy fuerte, el alado se asustó y pulso el botón de emergencias. Los médicos llegaron rápido y le tuvieron que apartar.
— Su oxígeno en sangre está bajando - le estaban quitado al intubación y al sacarlo todo ella abrió los ojos - estaba obstruida, no dejaba pasar aire.
Layla comenzó a toser muy fuerte y hasta vómito algo de sangre. Se asustó al ver a tanta gente cerca que la sujetaba de los brazos con fuerza para que se calmara. Pero lo que hacían era peor, no sabía que eran médicos, ni que Keigo estaba por atrás gritando que pararan, que la estaban dando miedo.
Intento gritar cuando vio una aguja acercarse, tenía una vía en el antebrazo y le pusieron un calmante. Poco segundos después sus ojos se estaban cerrando otra vez y se quedó dormida.
Revisaron que todo lo demás estuviera bien y al salir Keigo quería hablar con el médico principal.