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El sol del mediodía pegaba con fuerza sobre la ciudad. Layla ajustó el auricular en su oído mientras observaba desde la azotea, sus ojos rojos brillando apenas bajo el reflejo del cielo. A su lado, Keigo , con su postura relajada, las alas extendidas y su chaqueta medio abierta, masticaba una piruleta con aire distraído.

—Día tranquilo, ¿eh? —comentó él, lanzando un pequeño papel al aire.

Layla no respondió enseguida. Estaba atenta. La calma siempre le parecía sospechosa.

—Demasiado tranquilo —murmuró, cruzando los brazos—. A veces, eso es peor.

—Ohhh, ¿es ese tu instinto de protagonista hablando? —bromeó Keigo con una sonrisa ladeada, pero ella solo lo fulminó con la mirada—. Está bien, está bien. No haré más comentarios sarcásticos. Por ahora.

Estaban en medio de su ronda de patrullaje, parte del programa de prácticas con héroes profesionales. Junto a ellos, en otro sector del distrito, estaban Katsuki, Todoroki, Momo y Midoriya, trabajando en distintos puntos del perímetro bajo la tutela de varios pro-héroes. Era un entrenamiento conjunto, una evaluación sorpresa.

El comunicador del cinturón de Layla parpadeó. Alerta: Fuego en Edificio Central del Distrito 6. Nivel de Amenaza: Bajo. Evacuación iniciada. Se requiere inspección de zona.

Layla miró a Keigo. Él ya estaba girando una pluma entre sus dedos.

—Fuego, ¿eh? —dijo—. ¿Quieres volar o caminamos como civiles aburridos?

—Prefiero correr —respondió ella, ya activando su localizador—. ¿Bajo nivel? Seguro es una cocina mal cerrada o una explosión menor...

—Entonces vamos, capitana. —Keigo se lanzó al aire con un aleteo sutil, levantando un torbellino de viento tras él.

Layla descendía por la escalera de emergencia con movimientos ágiles, aunque su mirada no dejaba de alternar entre los peldaños oxidados y el comunicador que brillaba en su muñeca. El metal bajo sus botas crujía con un eco hueco, rebotando entre las paredes estrechas del edificio. El cielo sobre su cabeza ya empezaba a teñirse de naranja, y algo en el viento olía distinto... como si el aire supiera lo que estaba por venir.

Mientras bajaba, pulsó los botones del comunicador y conectó la frecuencia del equipo.

—¿Katsuki? ¿Estás en línea? —preguntó, manteniendo la voz firme, aunque su respiración comenzaba a agitarse por la carrera.

—Aquí —respondió su hermano tras un breve chisporroteo—. Todo en orden. ¿Qué pasa?

Su voz sonaba ronca, como si acabara de despertar de un mal sueño, pero clara. Confiable.

Layla asintió para sí, sin perder ritmo en la bajada.

—¿Todoroki?

Hubo una pausa, seguida del clic suave de conexión.

—Recibido —dijo Shoto, con esa tranquilidad suya que parecía inalterable incluso en mitad de una tormenta.

Layla apretó otro botón, cambiando de canal.

—Momo, Izuku. ¿Pueden reunirse en el edificio central del distrito 6?

La estática crepitó un momento, hasta que la voz de Izuku se filtró a través del auricular, un poco entrecortada por la interferencia y el esfuerzo.

—Sí, estamos cerca. A tres calles. ¿Pasó algo?

Layla salió finalmente al nivel de la calle, el aire caliente golpeándole el rostro. Un coche pasó zumbando a pocos metros, ajeno a la tensión que comenzaba a nacer en el ambiente.

𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝟐𝟑 {𝐃𝐚𝐛𝐢 𝐲 𝐎𝐜}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora