Gringotts era impresionante e imponente de adentro hacia afuera. A diferencia de mi padre, yo sí disfruté del viaje en el carro minero y no salí del edificio con ganas de vomitar, como papi, que en la calle metía en su boca un caramelo de miel para resistir el fuerte mareo que lo atacó.
—Eres raro en ocasiones —le dije.
El gran señor oscuro a punto de vomitar su almuerzo por una visita a Gringotts.
—Y tu maleducado con tus mayores —respondió él tendiéndome su mano para que no nos separáramos. Con la llegada de las cartas de Hogwarts el Callejón Diagon se vio inundado de gente pululando entre las tiendas.
No era inusual que yo saliera del castillo con papá, pero generalmente solía ser porque él se marchaba por más de un día y desconfiaba de mi seguridad dejándome en casa con los mortífagos. No obstante, los viajes de papá eran al exterior y en busca de seguidores con vampiros, hombres lobo y otras criaturas alejadas de la civilización; a un lugar tan promedio como el Callejón Diagon no solíamos acudir.
—Iniciaremos con tus uniformes, es lo más tardado —comentó.
—Mejor con mi varita. Quiero tenerla ya —tironeé de su capa señalando la tienda de varitas al otro lado del callejón.
Una mujer que pasó por ahí ser rió de nosotros.
—No comas ansias, el postre se sirve al último por una razón.
Hice una mueca, el razonamiento de papá no me convencía, pero no había forma de protestar, la tienda de Madame Malkin ya estaba frente a nosotros. Los escabeles en el interior se encontraron ocupados por clientes de mi misma estatura, todos buscando los uniformes de Hogwarts; una de las empleadas nos dijo los asientos saludándonos y ofreciéndonos jugo de calabaza. Papa no asumido. Me senté en una de las sillas acolchadas en lo que papá se alejaba para examinar una túnica masculina de un color rojo oscuro.
El anonimato era algo curioso. En casa, yo podía contar con personas a mi alrededor que me reverenciaban y saludaban -así fura con los dientes apretados-, en las salidas con papá todos los residentes me reconocían como el "pequeño unigénito sangre sucia del Señor Oscuro", por lo que no me perdían de vista ofreciéndome dulces o asegurándose de que yo estuviera a salvo. En cambio, en la tienda de Madame Malkin, yo me fundía con la ambientación, era un cliente más.
Sin elegir ninguna prenda, papá se sentó junto a mí. Nadie lo reconocía a él y eso era aún más asombroso; Rabastan, uno de los mortífagos de papá, me contó -mostrándome una foto mía que se publicó en el periódico el día posterior a mi rapto- que para las fechas de mi rapto papá ocultó su rostro en las redadas y mandó a quemar las instalaciones del Profeta -el periódico de nuestro país-, por lo que no había una fotografía suya o, en los años posteriores, un testimonio que aseverase un retrato hablado. Nunca supe si él lo hizo por protegerme o si fue una coincidencia, pero Rabastan insinuó que papá volvería a salir a la luz una vez las personas me reconocieran a mí como su hijo.
—Tu turno cariño.
Madame Malkin, vestida en una larga túnica malva, me ayudó a subirme a uno de los escabeles. Había otro niño en el segundo escabel, un chico rechoncho acompañado por su estrambótica abuela (yo carecía de otra palabra para describir a una mujer con un buitre disecado sobre su sombrero).
—Hola —me saludó. Lo miré un instante. Madame Malkin ya empezaba a tomarme medidas.
-Hola.
Mi experiencia con niños de mi edad no era grata, pero este chico, quien quisiera que fuera, no tenía motivos para adularme o besarme a la fuerza, tal vez podría convertirse en un tentativo amigo. O tal vez no, no me gustó la forma en que mi padre lo miró, con sus ojos azules, a causa de un hechizo de glamur, brillando con malicia.
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Harry Potter: El hijo de Tom Ryddle - Harry S. Riddle
FanfictionJames Potter retó a un duelo a Voldemort y perdió, en lugar de arrebatarle la vida, Voldemort decidió violar a su esposa. De esta unión violenta, de este ser malvado y cruel se engendró lo imposible: un niño inocente. No hay parejas (por ahora). Hay...