Capitulo 18

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Harry y yo apenas cruzamos dos palabras camino al castillo. Los elfos, sintiendo la presencia de Harry, corrieron a nuestro encuentro liderados por Pimpón, el cual recibió todo el cariño de Harry. Prometiéndole un desayuno de reyes, los elfos nos condujeron al comedor; yo dejé que el niño se me adelantara para poder hablar con mi tocayo.

—Thomas —lo llamé.

—Mi señor —se puso a mi servicio tras acercarse a mí.

—Búscame una cámara fotográfica y despierta a Rabastan para informarle que Harry se encuentra aquí, sano y salvo.

El amable mortífago, una rareza absoluta, sonrió y asintió, yendo a cumplir la orden.

Fui tras Harry, quien disfrutaba su estancia llenándose la boca. Él me miró de reojo mientras yo tomaba asiento; frente a mi puesto los elfos dejaron un plato con pequeñas porciones del desayuno, casi como una muestra; y una taza de té.

—Hola papá —me saludó suavemente, viéndome con algo que yo jamás había visto en su rostro: miedo.

—Come —dije con amabilidad tomando una de las tostadas con mermelada de mi plato.

Hasta donde yo sabía, Harry no tenía conocimiento de que yo le extraje la información a Neville y que me enteré de todo.

—Mi señor —interrumpió Thomas entrando con la cámara.

—Gracias —dije al recibir el objeto —. Vuelve a lo tuyo. ¿Ya avisaste a Rabastan?

—Aún no, mi señor.

—Bueno. Ve y luego a lo tuyo.

—Sí, mi señor.

—¿Rabastan? —preguntó Harry.

—Todos te hemos buscado con locura, Harry. Fueron tres malditos días. Y no me digas que mala palabra —me le adelanté.

Harry sonrió con diversión, pero pronto borró su gesto y siguió comiendo. Sus modales se quebraron a causa de su hambre, mas no se lo critiqué. Por ahora que mi hijo comiera y se relajara.

—¡Joven señor! —la voz de Rabastan se coló en el comedor; el mortífago llegó en la mitad del desayuno de Harry.

Ya que él tenía mucha más comida, pues los elfos le pusieron bandejas y bandejas de delicias, yo acabé antes que Harry; mi hambre volvió una vez el estrés de perder a Harry se marchó. No importaba qué nos dijéramos más tarde o qué pelea se armase entre nosotros, Harry estaba a salvo.

—Hola ´bastan.

Harry le sonrió con timidez, admirándose al verse rodeado por los brazos protectores y desesperados de Rabastan.

—Joven señor, Harry, carajo, lo buscamos por tierra y mar —de golpe, Rabastan abrió los ojos y me miró con furia —. ¿Quién fue el que lo hechizó? ¡Lo mataré!

¿Qué mejor momento para contar la verdad?

—Harry no fue hechizado, él se marchó por propia voluntad.

Rabastan soltó a Harry y lo vio con incredulidad. Harry miró entre nosotros con la boca abierta.

—¿Usted está completamente desquiciado? ¡Le pudo pasar cualquier cosa! —lo riñó.

—Es que... —Harry no juntó palabras, tartamudeó algo inentendible.

—Harry descubrió lo que le ocurrió a los 6 años —conté para sorpresa de ambos. Mi nené me vio con horror —. Entró en pánico, corrió y se topó con una persona que le dio un mal consejo, después huyó creyendo las palabras de que yo lo iba a matar —resumí. Quedaron en silencio, Rabastan lucía avergonzado y Harry temeroso. Para calmarlos, tomé la jarra de té y rellené la taza de Harry —. Sigue desayunando.

Harry Potter: El hijo de Tom Ryddle - Harry S. RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora