Capitulo 2 - Libro 4

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Harry Riddle.

Tras el baño, me metí al armario de papá y esculqué sus cosas a expensas de su mirada divertida. Papá me dejó husmear mientras se colocaba uno de sus usuales trajes con corbata. Papi tenía pilas y pilas de camisas blancas, franelillas de este mismo color y muchas más camisas negras. Fuera de ello, papá poseía en un rincón de su armario cinco abrigos, doce trajes, seis capas largas y cuatro pares de zapatos.

-Nunca me había fijado que tienes muy poca ropa -señalé continuando desnudo.

En mi closet abundaban las franelas, los pantalones de chándal, los jeans y los zapatos. Yo podría perfectamente colocarme un par diferente cada día del mes.

-Los hombres de verdad no necesitan tanta ropa -dijo él ajustando su corbata frente al espejo de su alcoba -. Te apuesto a que Lucius tiene una habitación entera dedicada a sus capas.

Sonreí ante la burla, pero no continué por ese camino.

-Yo tengo mucha ropa -alegué.

Papá frunció el ceño.

-Es diferente, eres un niño alegre, te gusta el color. No significa nada -la respuesta de papá me dejó algo confuso. Él vio mi rostro y sonrió -. No te preocupes por eso. Elije algo antes de que te enfríes.

Asentí y miré de nuevo el armario. Tomé de los gabinetes unos boxers de papá. Mis calzoncillos eran más cómodos, pero al ser los de papá unas tallas más grandes, la ajustada tela me quedaba ancha. Elegí, de otro sector del armario, una de las camisas viejas de papá, las que él usaba generalmente para dormir; pijamas como tal, él solo poseía tres.

Descalzo, acompañé a papá a desayunar. La euforia de hallar una solución para el futuro de la señora Potter me atrajo el sueño y el cansancio; casi me duermo por completo por sobre mis huevos revueltos.

-¿Me das café? -pedí a papá.

-Mejor vete a la cama -dijo él -. No tienes nada qué hacer, estás en vacaciones.

-Jum -musité dejando mi tenedor -. He estado teniendo muchas pesadillas.

-¿E Ismael?

-Ya no hace efecto.

Mi peluche me acompañaba cada noche, pero su silenciosa e inerte presencia no me ayudaba como antaño.

-¿Quieres que te acompañe una esclava?

Lo consideré tratando de comer un poco más. Desde que eché a la hija del ministro de mi habitación, no volví a tener interacción con las esclavas. De Elena supe que papá se aburrió rápido de ella y que Katherine y la hija del ministro -¿cuál era su nombre?- eran las que visitaban a papá. Margaux, la hija de Lucius, aún no tenía oficio, ella se dedicaba a cuidar de las bebés con Elena y Pimpón.

-Puede ser.

-He considerado incluir más -comentó papá casualmente -. Sólo hay dos competentes para mí, a las otras les tomará años. Quiero añadir de diferentes razas, me gusta la variedad.

Me encogí de hombros.

-¿Mujeres negras?

-Y latinas, albinas, asiáticas. El mismo platillo todos los días se vuelve soso. ¿Te decidiste?

-Manda una, cualquiera.

-¿A libre elección del chef?

Arrugué la nariz, conteniendo la risa. Me sorprendió que, en lugar de enojarme, el asunto me diese humor. Pensar en esa risa que me brotó fue lo mismo que la finalizó. ¿Yo por qué me estaba riendo?

Harry Potter: El hijo de Tom Ryddle - Harry S. RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora