Capitulo 20

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—Te vas a congelar —murmuré a papi al aparecernos en la estación de King Cross. Por segunda vez, papá ignoró toda la lógica y se mantuvo con ropa casual en pleno invierno europeo.

—Metete en tus asuntos —fue su respuesta. No pude poner correcta atención a sus palabras, King Cross estaba a rebosar de personas que nos tendían a observar, incluyendo aurores y docentes. Papá avanzó entre la marea de personas como si nada, yo lo seguí con torpeza, aun atontado por la fiesta. En Santa Marta celebraron el año nuevo por todo lo alto, con fiesta en la playa, música, bebida y mujeres en poca ropa; Mamo y sus hijos ya se habían devuelto a la Sierra Nevada para celebrar con su familia, por lo que papá y yo quedamos a solas con los conocidos mágicos que hicimos en esos días.

Fue mi primera vez probando el licor.

—Suelta —me indicó papá. Parpadeé, mi baúl ya estaba en lo alto, pero mi agarre en el mango le impedía irse.

—Claro, claro —separé mis dedos y bajé mi mano.

Lentamente el baúl se fue introduciendo al tren por la zona de embargue.

—Síguelo te llevará con Alec. No te separes de él en el viaje.

—Sí, señor —y lo miré, papi estaba agotado, lo normal, considerando que él no durmió nada; luego de meterme a la cama a eso de la una de la mañana papá se marchó a perseguir mujeres costeñas —. Adiós, papá.

—Adiós, niño.

Le sacudí la mano, él se quedó ahí de pie hasta que yo ingresé al vagón siguiendo mi baúl. Al mirar por una ventana si papá continuaba ahí, lo vi alejándose con calma al punto de aparición ahogando un bostezo. La gente lo miraba con horror o pánico. Yo también me forcé a ocultar mi bostezo; para compensar la zona horaria tuvimos que marcharnos de Colombia a las cinco de la mañana, así que había dormido unas cuatro horas mal contadas. Fue luego de aparecer en casa para tomar mi baúl y saludar a Nagini y a Pimpón, que nos transportamos a la plataforma.

—¡Joven señor! —el saludo de Alec me desatontó. Él se asomaba de la cabina donde mi baúl se detuvo.

—Hola —y corrí hasta él. El peso de mi acordeón, guardado en su funda, que se colocaba como una mochila en mi espalda, me golpeó ligeramente —. ¿Cómo te fue en vacaciones?

—Bien, gracias por preguntar, joven señor. Por aquí, por favor.

Me sorprendí de hallar a Ron en el compartimiento. Neville me sonrió, pero lucía apagado. Los tres, de hecho.

—Hola —saludé con extrañeza permitiendo que Alec guardara mi baúl con un hechizo. Me dejé caer en la banca disponible, queriendo recostarme allí.

Para desconcierto de Ron, Alec no ocupó el lugar junto a mí, sino que se sentó con ellos, lo que me dio vía libre a, después de depositar mi acordeón en el suelo, estirarme en la banca hasta hallarme en posición horizontal.

—¿Qué es esto? —pidió Neville mirando la funda negra del acordeón.

—Papá me compró un acordeón —y sonreí —. Colombia es fantástico, bueno, solo estuve en Santa Marta, pero fue increíble. Ah, les traje regalos a ustedes dos —metí la mano en el bolso que me colgaba, papá accedió a comprarme artesanías de los indios, así que aproveché y adquirí una mochila terciada como la del Mamo, la cual se llamaba mochila arhuaca, entre otros artículos. Me erguí para sacar de ahí, ampliada mágicamente, por supuesto, dos sombreros volteados y dos mochilas idénticas a la mía —. Miren que chimba de sombrero.

—¿Qué... qué? —pidió Ron con confusión.

—Chimba, er —reí —. Se me pegó la palabrita. Miren, este sombrero lo hacen de una fibra, se puede doblar y guardar en un bolsillo —les hice la demostración colocando en una posición extraña el sombrero para acomodarlo a su posición original; el objeto quedó liso, sin arrugas. Ellos continuaron callados —. Allá todo es fiesta, es genial. Debieron haber visto a mi padre, cada noche se metía en una cama diferente, ¡él sí que se divirtió! Oh y me dieron licor, aún estoy algo prendido debido al ron y la cerveza —Alec rió entre dientes, fue la única reacción —. Bueno, ¿y a ustedes qué les pasa?

Harry Potter: El hijo de Tom Ryddle - Harry S. RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora