Capitulo 5 - Libro 4

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Harry Riddle.

Al despertar, en mi mente ya no estaban las madres dolientes en el ministerio. Hoy volvería a ver a esa tonta muggle y esta vez yo no caería del caballo.

De lo que sí me caí fue de la cama en mi afán por ir a cambiarme. No miré horas, me vestí con una camisa manga larga gris y un pantalón caqui, me puse mis zapatos de deporte. Cualquier cosa estaba bien, pues hoy iba a montar los caballos de papá toda la mañana, o hasta que supiese saltar obstáculos sin quedar en ridículo. Lo único que me faltaba era el permiso de papá.

—¡Papi!

Papá me recibió aún en su cama, estirándose, siendo la imagen misma de la pereza.

—Harry, son las cinco —me dijo con molestia.

Corrí hasta donde papá, tirándomele encima. Papi no me esquivó o se movió, solo quedó ahí con su cara de sueño mirando a un costado, con toda intención de volver a dormir.

—¿No tienes que ir a la oficina hoy?

—Me dieron el día libre —explicó empujándome fuera de él. Tomé su otra almohada y me senté, abrazando el objeto.

¿Se lo dieron?

—¿Quién?

—Los manifestantes. No dejarán entrar a nadie al ministerio hasta que no se resuelva el asunto de sus hijas. Iré a mediodía.

—Ah... papá, ¿puedo ir a la isla? Quiero montar los caballos.

Papá lo pensó un momento.

—Supongo —señaló a su mesita de noche —. Hay un trasladador allí, es la piedra gris. Di «isla» en pársel y te llevará. Hay un elfo doméstico que cuida los caballos y la casa. Si quieres irte ya, él te dará desayuno. O ella. No recuerdo.

¿Yo solo? Pero contrario a años anteriores, la sensación de soledad no me llenó de tristeza, sino de emoción. ¡Iba a viajar solo!

—¿Me prestas tu baño? Olvidé orinar.

Papá bufó y me empujó fuera de la cama. Me reí camino al sanitario.

0oOo0

Voldemort.

Harry se largó y yo volví a mi encantadora paz. Dormí hasta las ocho de la mañana, creyendo bien tomarme hoy un ligero descanso. Al incorporarme, vi a la esclava sentada en el sillón junto a la chimenea.

—Hola, Katherine.

Ella ladeó su rostro con lentitud hacia mí. Sus ojos eran inexpresivos.

—Buenos días, amo.

Palmeé el espacio libre junto a mí, antes ocupado por mi hijo. Harry era una presencia bienvenida, era hasta cierto punto agradable; había algo científicamente interesante en ver sus reacciones ante los estímulos y confirmar todo lo que los libros de texto relataban sobre el comportamiento adolescente. Sin embargo, una mujer voluptuosa era en ocasiones preferible a mi...

¿En ocasiones? Joder, ¿en serio me encapriché con este mocoso?

—Amo —me llamó Katherine, ya tendida junto a mí.

Ella cambió en el último año. Su mente se volvió más frágil, empezó a tomar más vino de lo recomendado y, por su propia cuenta, abusó de las pociones de sedación. Ella estaba en depresión, un estado del que me gustaba aprovecharme.

Harry Potter: El hijo de Tom Ryddle - Harry S. RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora