Antier tuve razón: se acercaba la nieve. A las nueve de la mañana cayó la primera nevada en Inglaterra. Mi capa no tenía capucha, tuve que pasar las primeras horas sacudiéndome el cabello. Mi «genial» idea de emplear hechizos de calentamiento sumados al hechizo que me ocultaba fue un error de cálculos de mi parte, ya que al usar más magia mi cuerpo me solicitaba más comida. Antes de mediodía, yo ya me había acabado la mitad del jamón y del pan; me bebí uno de los yogures y un tercio del otro, dejándolo destapado para terminármelo más tarde, pero este se llenó de nieve y se arruinó.Y al final, necesité más magia para calmar el ardor en las plantas de mis pies, lo que me tuvo famélico para las dos de la tarde, hora en la que llegué al nuevo pueblo, este siendo más grande. Cuando leí el nombre del pueblo, me di cuenta que no era el mismo del mapa, lo que significaba que estaba perdido. Mi hambre hizo que ignorara ese sentimiento de estrés; al fin y al cabo, lo importante era que me estaba moviendo.
Dejé caer con cautela mi hechizo de escondite; en teoría, la nieve arruinaba el rastro del señor Norrington.
Me permití ser visto y, con dinero en los bolsillos, fui bienvenido en un restaurante muggle que me sirvió todo lo que pedí. Yo no sabía mucho de esos papeles que fungían como dinero, así que la amable cajera me ayudó a contar la cantidad necesaria. Fue una lástima que la comida con los muggles fuera tan cara, o el dinero que conseguí insignificante, pues me gasté una buena parte del fajo en el almuerzo.
—¿Estás segura de que las cuentas son correctas? —le pregunté a la señorita muggle.
—Sí cariño —me aseguró con una gran sonrisa.
Confié en ella y me encogí de hombros, recibiendo la hamburguesa de pollo que era «la mejor de McDonals», según me explicó ella, con papitas, la bebida gaseosa negra que le fascinaba a los muggles y unos nugg... ¿cómo se llamaban? Bueno, unos cositos de pollo.
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Alf lució como un completo pederasta olisqueando alrededor de los niños, pero era la única forma. La nieve nos apretó la soga en el cuello, literalmente el rastro se enfriaba.
—Mi señor, la única forma es reunirlos a todos. Recuerdo el olor, podría guiarme por eso.
—Está bien —suspiré. Llevaba dos noches sin dormir y comer correctamente y el desgaste me pasaba factura.
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—¿Qué es lo que están haciendo? ¿Tú entiendes? —pregunté en susurro a uno de los gemelos Weasley.
—Pues Neville, de lo que vi en mi clase, el sujeto de cabello blanco olfatea a alguien, pero no sé a quién. Quizá hay un alumno vinculado a lo que le sucedió a Harry y el sujeto ese lo está buscado.
—¿Por el olor?
¿Algo así era posible?
—Sí. Es un tanto escalofriante, pero interesante, supongo.
—Jum, sí —me distancié del gemelo, no supe cuál de los dos era.
Olor. Yo no usaba fragancias o perfumes y Luna siempre decía que yo olía como mis plantas...
—¡Luna! —bah, obvio, Luna era una chica, ella tenía que tener perfume. Ojalá ella me lo prestase y, de paso, se contentara conmigo.
Mi exnovia me sonrió con su mirada soñadora una vez la encontré en la biblioteca. Ella era del tipo de persona que no odiaba; a veces me gustaría tener su inocencia.
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Harry Potter: El hijo de Tom Ryddle - Harry S. Riddle
FanficJames Potter retó a un duelo a Voldemort y perdió, en lugar de arrebatarle la vida, Voldemort decidió violar a su esposa. De esta unión violenta, de este ser malvado y cruel se engendró lo imposible: un niño inocente. No hay parejas (por ahora). Hay...