No dieron con Jack o con el ladrón del mapa. Igual que con el año pasado, las aurores fueron disminuyendo conforme pasaron las semanas de búsqueda sin resultados; al ser menores de edad, los chicos de quinto y sexto año, más los grandotes de cuarto, no podían ser interrogados con Veritaserum. Los padres también empezaron a escasear en la escuela y las clases retomaron su curso.
La preocupación de tener un alumno asesino se minimizó ante los reportes del Profeta: papá cumplió su amenaza al ministro, el golpe de estado no se detuvo. Los ataques no fueron grandes y espantosos, sino pequeños, pero casi diarios. En cada desayuno se avisaba de un desaparecido o de un muerto, aunque estos últimos fueron contados con una mano; la más famosa desaparición fue la hija menor del ministro, que ocurrió directamente en la casa del hombre, una jovencita de 19 años de edad.
Fuera de todo esto, mi círculo continuó estable. La presencia de Rodolphus, que se apareció por ahí de forma esporádica, pero tan constante que ya casi nadie se espantaba al verlo, motivó a Alec a estudiar más, pues su papá le revisaba uno a uno sus trabajos escolares, exigiéndole mejores resultados; a mí también me revisó el mortífago, pero mis notas eran perfectas.
A mi grupo de amigos se le añadió Luna, la chica silenciosa y soñadora que al hablar decía cosas raras. Al fin de cuentas, era divertida y una «ficha», como diría papá, importante: era la hija del editor del Quisquilloso y su padre recibió, por 10 galeones mensuales, publicar en sus páginas un anuncio de la empresa de mis «conocidos» para promocionar mis animales. Al respecto, a lo largo del mes de octubre me decidí por mejores ideas, menos ambiciosas y más directas: las cuatro mascotas de Hogwarts.
Fácil y vendible, porque todo el mundo pasaba por Hogwarts.
—¿Ya te llegaron los moldes? —me preguntó Neville en el desayuno, ejecutaba tal pregunta cada mañana, ansioso.
-No.
Se refería a unos moldes para que las figuras quedaran exactas y me facilitaran la vida, papá iba a enviármelos al terminarlos. No que los hiciera él, papá secuestró a unos muggles conocedores de metalurgia y los puso a trabajar para los 12 moldes, porque eran tres tamaños distintos para cada muñequito de baba.
Esa mañana de noviembre recibí el periódico y un pedido de Elena. Mi madre no me envió nada para el 31 de octubre, pero me desinteresé del asunto; ya corría noviembre.
Neville fue otro cambio: se hizo uno de los buenos alumnos de pociones, para asombro total de Severus. Obsesionado con el libro de papá, Neville empezó a tener su propia huerta en miniatura, con flores raras y plantas venenosas.
— ¿Cómo va tu cosecha, Longbottom? —Alec también se interesaba por las plantas.
Al principio, mi amigo no le respondió, sino que hizo una mueca oscura y cargada de odio.
—Ron las destruyó.
Alec bajó su tenedor, Elena olvidó el muffin que se iba a servir.
—¿Por accidente? —conferí el beneficio de la duda. Torpedo de la era Ron.
-No. Anoche entró con tu hermano a nuestro dormitorio, furiosos porque no les salió una broma y Mcgonagall los descubrió —se detuvo para sonreír —. No han podido hacer mucho desde que les robaron el mapa. El caso es que Ron empezó a lanzar cosas y les dio a mis plantas, le dije que no lo hiciera y las rompió más.
—¿No le hiciste nada? —le alzó la voz Alec.
— ¿Cómo? Nathaniel estaba ahí, él es un buen duelista. Me habrían acabado.
Fruncí el ceño, indignado al nombre de Neville.
—¿Sobrevivió alguna?
—Malamente, tendré que comprar nuevas semillas.
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Harry Potter: El hijo de Tom Ryddle - Harry S. Riddle
FanficJames Potter retó a un duelo a Voldemort y perdió, en lugar de arrebatarle la vida, Voldemort decidió violar a su esposa. De esta unión violenta, de este ser malvado y cruel se engendró lo imposible: un niño inocente. No hay parejas (por ahora). Hay...